Aprendiendo a rodar por las piedras

Por Rafael @merkabici

Como te encanta la bicicleta seguramente sabes que estamos en época de clásicas de piedras. Esas carreras que iluminan la primavera ciclista con su intenso recorrido, donde adoquines y pedruscos son su marca fundamental. Y, como además, sabemos que eres un enamorado de las marchas cicloturistas seguramente alguna vez has pensado presentarte a la salida de alguna de las versiones amateur de estas gigantescas pruebas, especialmente de las dos más conocidas, el Tour de Flandes y la Paris Roubaix. Por eso hoy desde aquí vamos a darte una serie de consejos que te serán de ayuda en el caso de que tengas la suerte de competir en esos caminos del norte.

El complicado pavé de Roubaix

Primera advertencia: no todos los adoquines son iguales. Poco tienen que ver las piedras de la calle adoquinada que hay en el centro de tu pueblo con las que te vas a encontrar en Bélgica y Francia. Evidentemente estas últimas son mucho más traicioneras. Y aun entre ambos países hay diferencias. Así, los adoquines de Flandes suelen ser bastante lisos, bastante “”civilizados” pero a cambio recubren un recorrido lleno de subidas cortas y muy empinadas donde lo más difícil es llegar a la cima. Por el contrario los adoquines de Roubaix transcurren por terreno llano pero son poco menos que piedras lanzadas al azar sobre el terreno, con un gran desnivel en la propia carretera y una sensación de inseguridad mucho mayor. Por ello debes de estar perfectamente mentalizado sabiendo lo que te espera.

Para atacar el adoquín debes de tener, sobre todo, confianza. De nada sirve mirar al suelo continuamente intentando esquivar baches porque entonces lo más seguro es que acabes besándolos. Así que mirada al frente y apretar los dientes. Las manos debes situarlas en la cruz del manillar intentando no crispar los dedos, aunque agarrándolo con fuerza. Totalmente descartado llevar las manos en la maneta de los frenos, porque entonces…besarás el suelo. Lo ideal sería que inclinases un poco la espalda hasta conseguir que tus codos queden en ángulo recto, y con la mirada siempre al frente entrases en esos tramos. Al principio puede darte algo de miedo pero pronto comenzarás a disfrutar con la sensación.

El desarrollo debe de ser alto, es decir, por los adoquines hay que ir un poco atrancado, eliminando cualquier saltito superfluo en el sillín o cualquier movimiento de más en tus piernas que te pudiera desequilibrar. Así que, plato grande y adelante. Y siempre sentado, por supuesto…ni se te ocurra ponerte de pie.

El pavé de Flandes, más fino

En cuanto al material está claro que tu bicicleta ultraligera y tus llantas de perfil ancho no son lo más adecuado para Roubaix. Estabilidad y resistencia priman aquí por encima del peso, así que tirar de material clásico es una idea excelente. Normalmente el sillín se lleva algo más atrás de lo normal, aunque para ciclooturistas lo mejor sería no modificar ninguna medida, por si no nos adaptamos bien a ella. Y, por último, puedes usar guantes especiales y, desde luego, un coulotte con buena badana…Te prometemos que sufrirás tanto como disfrutarás del ciclismo.