Aprendiendo a vivir: La experiencia de un nadador llamado Mateo

Por Motivia @universomotivia

Todos los sábados por la mañana acompaño a mi hija Clara de ocho años a la piscina. Mientras tanto aprovecho para nadar. En la misma calle de la piscina conocí hace unos días a Mateo, una persona “resiliente”, un emprendedor vital que, con ocasión de una lesión de columna que le llevó al desempleo, ha redescubierto que la fuerza está en su interior y que ésta es el recurso más importante para afrontar la vida y los retos que plantea. Mateo ha experimentado un cambio de mirada que le hace ver las realidades positivas con las que antes convivía pero que pasaban inadvertidas a su mirada.

Le pedí que escribiese su experiencia porque es seguro que a muchos nos servirá.

El relato de su historia nos ejemplifica que las dificultades son oportunidad de crecimiento y fortalecimiento personal:

Todo funcionaba a la perfección. Tenía un trabajo, me encontraba físicamente bien. Todo parecía seguir el rumbo que yo tenía trazado. Mi familia, mi mujer y mi hijo, todos los que me rodeaban parecían estar contentos conmigo pues todo iba según lo previsto. Era un hombre fuerte y seguro de mi mismo. No tenía miedo a nada ni a nadie pues mi físico y mi fuerza me respaldaban. Me daba igual el reto o el trabajo, a todo respondía con seguridad. Me tomaba la vida como una competición y mi objetivo era competir y acabar todos los días la carrera, sino el primero en otro lugar pero acabar siempre en buena posición. Esto me hacía sentir seguro conmigo mismo, fuerte. Veía como todos los que me rodeaban me respetaban y admiraban, eso era al menos lo que creía pues un día todo en tu vida, todo, todo cambia.

Pero un día me levanté y fui a trabajar sin pensar que ese era mi último día, porque ya no era productivo ni rentable. Me despidieron y me dejaron solo para comenzar de nuevo en un mundo laboral para el cual ya no servía ni era útil. Pase unos primeros años muy duros pues sólo pensaba que nunca iba a ser capaz de aportar nada. No poder trabajar me hacía sentirme inútil.

Entonces, con la ayuda de profesionales, aprendí a caminar hacia mi objetivo. Y ahora vivo más tranquilo, pensando que yo soy mi propio medico. Encuentro la fuerza para “IMPULSARME” cada día en mi vida, pensando que porque no sea útil para otros, soy útil para mí mismo, que estoy vivo y disfruto de otras muchas cosas que me ofrece la vida pero no me había dado cuenta hasta que la propia vida da un giro inesperado.

Me dedico a disfrutar de ese tiempo que antes no tenía, a vivir con mi cuerpo de otra manera y a aceptar todo aquello que viene como parte de mi proceso vital, a compartir mis sensaciones con mi mujer y mi hijo, a que me ayuden y me protejan pues soy consciente de que los necesito. Hago caso a todos aquellos que cuidan de mí pues todavía me queda mucho por vivir. Pienso que en mi debilidad física tengo que hacerme fuerte mentalmente.

Vivir, nadar, amar a los tuyos, hacerlos felices con tus palabras y estar aquí día a día también es un trabajo, es mi trabajo, soy mi jefe y mi mejor compañero. Seguir nadando cada día como un delfín en el agua, sentirme vivo cuando estoy sumergido y braceando en el agua, cuando me deslizo lentamente a través de ella y me siento ella. Nadando he descubierto que soy yo y que soy capaz de poder seguir haciendo cosas, cosas productivas para mí y beneficiosas para mi salud, que al final benefician a mi vida que es todo lo que me rodea y soy yo

Aparentemente todo acaba un día, pero nada acaba, al final solo cambia y uno mismo tiene el poder de darle forma a ese cambio. Ahora me levanto cada día para vivir mi vida y aprender de ella, eso es lo que queda, eso es lo que importa.

Ahora quiero y necesito estar en paz, el agua me da esa paz y por ello es medicina física y mental para mi, prefiero esperar y disfrutar de ella y de todo como es debido para aprender a vivir con mi vida.”

La limitación física le hizo perder el trabajo a Mateo, pero paradójicamente ha encontrado lo más valioso, se ha encontrado así mismo. Las mismas dificultades no le han hecho hundirse en el pozo de la victimización sino que las ha aprovechado como elementos de su propia salvación. Recuerdo ahora la parábola del campesino y el caballo:

Un campesino, que luchaba con muchas dificultades, poseía algunos caballos para que lo ayudaran en los trabajos de su pequeña hacienda.

Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los caballos había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y sería extremadamente difícil sacar el caballo de allí. El campesino fue rápidamente hasta el lugar del accidente, y evaluó la situación, asegurándose que el animal no se había lastimado. Pero, por la dificultad y el alto precio para sacarlo del fondo del pozo, creyó que no valía la pena invertir en la operación de rescate. Tomó, entonces, la difícil decisión:

Determinó que el capataz sacrificase al animal tirando tierra en el pozo hasta enterrarlo, allí mismo. Y así se hizo.

Los empleados, comandados por el capataz, comenzaron a lanzar tierra adentro del pozo de forma de cubrir al caballo. Pero, a medida que la tierra caía en el animal este la sacudía y se iba acumulando en el fondo, posibilitando al caballo para ir subiendo. Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba enterrar, sino al contrario, estaba subiendo hasta que finalmente, consiguió salir!

Si estás “allá abajo”, sintiéndote que se cierran las puertas, que se rompen tus seguridades, que desaparecen oportunidades y apoyos, aprovecha la inercia de los acontecimientos negativos.

Porque la tierra que la vida puede echarte encima puede ser la plataforma para descubrir lo esencial e imaginar nuevas posibilidades de desarrollo personal y profesional. Vive la vida como una oportunidad. Cambiar la mirada te hace más sabio. Escucha lo que la vida quiere enseñarte cuando te quedas sin apoyos. Esta es la sabiduría de Mateo que ahora camina por la vida deslizándose, fluyendo como nadador en el agua, disfrutando de su familia, de sus capacidades, de sus talentos, de su propio ser.

Nunca digas que estás en un camino sin salida, no importa en qué situación te encuentres en este momento. No te dejes “enterrar” por los acontecimientos como lo hizo el “sabio caballo”. Piensa que hay un camino de superación vital y laboral. Debes trabajar para descubrirlo. Mateo es todo un ejemplo.

Gracias Mateo por compartir tu experiencia con nosotros y por demostrarnos una vez más lo que Saint Exupery declaraba en El Principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”.