¡Ya expresamos anteriormente que celebramos y apoyamos la cruzada que ha emprendido el Gobierno Nacional en contra de la corrupción. El Presidente Nicolás Maduro está pidiendo una Ley habilitante que le permita darle urgencia a la modificación de algunas leyes que ayudarían a castigar en forma ejemplarizante a quienes defrauden la confianza que en algún momento les otorga el pueblo, bien sea en forma directa por elección popular, o indirecta, por designación que siempre tienen que hacer quienes reciben el mandato del soberano. En este sentido, sugerimos que las penas que se impongan a quienes se enriquecen a la vera del poder, sean más severas. Así mismo, estos personajes deben ser inhabilitados para ejercer cargos públicos; porque la verdad que indigna el RECICLAJE de corruptos. Otra sugerencia es que se aplique el artículo 116 de la CRBV: que se confisquen los bienes que un funcionario público no pueda justificar con sus entradas lícitas; por aquello que: “No se ve la mano que roba, pero se ve la mano que gasta, la mano que ostenta”. Sin embargo, es nuestra convicción, que en la mayoría de los casos, la impunidad de los delitos no sólo tiene que ver con las posibles carencias de las leyes venezolanas, sino tan bien, con la honestidad de los hombres y mujeres que tienen la responsabilidad de aplicarlas. No está demás repasar algunas lecciones que nos dejó el Libertador Simón Bolívar.
El 15 de febrero de 1819, durante su discurso en el Congreso de Angostura, Simón Bolívar nos legó una serie de enseñanzas que en algunas oportunidades no valoramos en toda su dimensión. Los invito al análisis de una pequeña fracción de ese discurso: “LOS CÓDIGOS, LOS SISTEMAS, LOS ESTATUTOS, POR SABIOS QUE SEAN SON OBRAS MUERTAS QUE POCO INFLUYEN SOBRE LAS SOCIEDADES: HOMBRES VIRTUOSOS, HOMBRES PATRIOTAS, HOMBRES ILUSTRADOS CONSTITUYEN LAS REPÚBLICAS”. Bolívar fue muy claro en su mensaje! Las leyes pueden ser muy sabias y completas; sin embargo, para que cumplan con su cometido deben ser aplicadas por mujeres y hombres adornados de virtudes: amantes y respetuoso de su prójimo, amantes de la verdad y de la justica. Todo lo anterior significa, ser honesto consigo mismo y con los demás, tener escrúpulos, tener límites éticos, ser coherente con lo que se predica y practica. Incluso, para lo que somos creyentes, significa ser temeroso de
Dios. Para que las leyes sirvan para obtener una sociedad más humana, más sana, más justa, más armoniosa y más vivible; se necesita que una mayoría altamente significativa de los hombres y mujeres que administran justicia sean probos, incorruptibles, para así actuar en función de la verdad y de la justicia. Nadie pide perfección, porque perfecto es Dios. Sin embargo, en términos de administrar justicia; una cosa es cometer errores humanos y tener la humildad de reconocerlos y subsanarlos, y otra cosa es, con premeditación, en forma directa o por interpuestas personas, cometer delitos graves para lograr un beneficio personal.
Son muchos los delitos que están tipificados en nuestros Códigos y leyes. Sin embargo, son muchas las mujeres y los hombres que prevalidos de los cargos que circunstancialmente ocupan, se encargan de torcer la justicia con los incontables subterfugios y veredas que muchos inescrupulosos utilizan para aumentar su patrimonio a costa de la tristeza y el dolor que sus actos producen y el daño moral que le causan a la Patria con la impunidad de los delitos. Esto es así, porque las acciones alejadas de la justicia acaban con la certidumbre de un mundo mejor y sumen a los pueblos en la desesperanza. También Bolívar nos recuerda que quienes administran justicia deben ser ILUSTRADOS, lo cual significa que deben conocer las leyes. Sin embargo, en sus enjundiosas y vigentes lecciones también nos advierte que no basta con ser ilustrado, porque” EL TALENTO SIN PROBIDAD ES UN AZOTE”.
En conclusión, en la lucha contra la corrupción, probablemente son necesarias nuevas leyes o hacer más drásticas las existentes; sin embargo, lo que más necesitamos son hombres y mujeres que repudien la viveza criolla que permite que más de un pícaro utilice su cargo para enriquecerse. Lo que más necesitamos son hombres y mujeres que como Simón Bolívar crean que “LA IMPUNIDAD DE LOS DELITOS HACE QUE ÉSTOS SE COMETAN CON MÁS FRECUENCIA, Y AL FÍN, LLEGA EL CASO QUE EL CASTIGO NO BASTA PARA REPRIMIRLOS“. Es socialmente peligroso que la desesperanza producida por la impunidad de los delitos de corrupción, cale hasta los tuétanos de los huesos y se apodere de la mente y del alma de la mayoría de los ciudadanos, hasta llegar al extremo, que buena parte de la población considere que la política y la corrupción son hermanas siamesas. Simplemente, no permitamos que se rompan los resortes de dignidad que permiten a una población mantener la fuerza espiritual, que le permita, al menos, aplicar sanción moral a los corruptos. CHÁVEZ VIVE LA LUCHA SIGUE!
San Juan de los Morros, 04 de septiembre de 2013.