Aprendiendo italiano en Florencia – Centro Machiavelli

Por El Mundo A La Vuelta @mundoalavuelta

¿Te imaginas ganar una beca de dos semanas para aprender un idioma en una de las ciudades mas bellas del mundo? Bueno, así comienza esta historia. El Centro Machiavelli ofreció, con motivo de los primeros mil seguidores en su página de Facebook, algunas becas para realizar un curso de italiano. Y para no faltar a nuestra cita con la suerte, fuimos dos de los afortunados en poder disfrutar dos semanas de curso intensivo en la ciudad de los Medicis.

Nuestra situación con la lengua italiana era particular, Eva ya contaba con un nivel bastante aceptable  adquirido años atrás en esa misma escuela, aunque ella siempre dirá que su nivel no era tan bueno, mientras que yo estaba hecho una maquina, gracias a Venezia, la famosa canción de los Hombres G y mi fugaz experiencia en Malta como cameriere en La Buona Trattoria del Nonno.  Resumiendo, que yo conocía un par de palabras y unas cuantas groserías, lo suficiente para lanzarme a la nueva aventura.

Llegamos a Florencia el domingo previo al inicio de las clases, e inmediatamente nos dirigimos a la habitación que gestionamos con la escuela. Nuestra estancia en Florencia no podía comenzar mejor: estábamos hospedados en el barrio de Oltrarno, en Via dei Serragli, a cinco minutos de la Piazza Santo Spirito, famosa por la basílica del mismo nombre y en donde se ubican las instalaciones del Centro Machiavelli. También estábamos cerca de Palazzo Pitti y Porta Romana y a menos de diez minutos del Ponte Vecchio.

El lunes, después de formalizar la matricula y comprobar nuestro nivel de italiano, los responsables del Centro Machiavelli procedieron a ubicarnos en el nivel más adecuado de acuerdo a nuestros conocimientos del idioma. Podrán imaginarse a qué nivel fuimos enviados, Eva fue ubicada en el nivel más avanzado, mientras que a mí me ubicaron en el segundo nivel más bajo.

Yo no podía sentirme más perdido y prueba de ello fue la primera frase que pronuncié al entrar a la clase:  Good morning!. Lo sé, my English is brilliant, pero era evidente que tenía mucho trabajo por hacer esas dos semanas para conseguir ponerme al día con los temas de la clase.

Un día normal de clases se dividía en dos sesiones, la primera enfocada a la parte gramatical, mientras que la segunda estaba enfocada a conversaciones, las cuales eran bastante interactivas y permitían irnos conociendo mas con nuestros compañeros y fue así como conocí a Tomonori de Japón, Sinue de China, Theresa de Alemania, Maryse de Canada y muchos otros más.

El Centro Machiavelli, además de las clases, ofrece actividades culturales complementarias y gratuitas, que permiten a los estudiantes un espacio adicional para practicar el italiano, mientras se conoce algo de la amplia gama cultural que ofrece Florencia. En nuestro caso visitamos con Rima – colaboradora del Centro Machiavelli – el barrio de Santa Croce, en donde además de la Basílica y la Piazza del mismo nombre, existen encantadores rincones artesanales como la Scuola del Cuoio y los Talleres de Mosaico Fiorentino.

Mientras los de mi clase intentábamos comprender mejor el passato prossimo, Eva y los de su clase organizaban una salida para todos a La Dolce Vita, un bar cercano. La idea tuvo una buena acogida y bajo la coordinación de Cristiano -uno de los profesores del Centro Machiavelli – nos reunimos en la Dolce Vita cerca de 20 personas; fue un espacio para conocernos mejor y practicar nuestros avances en el idioma.

Foto: @Alicia Pérez

En Dolce Vita conocimos l’aperitivo italiano, una especie de happy hour donde por el consumo de una bebida puedes comer lo que quieras de una barra de aperitivos, normalmente pasta, quesos, ensaladas, y en este caso algo de entrantes japoneses que no sabría recordar sus nombres, pero que estaban muy buenos.

Nuestras clases continuaron y muy pronto fueron llegando a su final, dos semanas pasan muy rápido y lo último que queríamos era que terminaran. Las amistades que fueron surgiendo durante esos días eran otro aliciente para no querer finalizar esta experiencia, sin embargo, llegó el último día de clases y el staff del Centro Machiavelli organizó una pequeña despedida con todos sus estudiantes y trabajadores. Hubo algunas cosas para picar, de nuestra parte llevamos un par de tortillas de patatas y junto a todos compartimos un espacio bastante emotivo de despedida, que para muchos de ellos era la despedida del 2013, para nosotros era el final de dos semanas que no olvidaremos.

La experiencia en Machiavelli fue algo que siempre recordaremos. Yo aprendí las bases de un idioma que me era desconocido, Eva lo profundizó, pero sin duda alguna lo mejor de esas dos semanas fue conocer esa gente maravillosa que nos cruzamos en nuestras clases y queremos que sea este el espacio para recordar y agradecer a quienes hicieron de esas dos semanas algo inolvidable: Tomonori, Ayako, Theresa, Megumi, Kazu, Alicia, Lina, Tomohiro, Sinue, Cristiano, Maryse, Junna, Kaora, Yuji, Gino, Benedeta y Helen.

Esperamos encontraros nuevamente en el camino.