Aptiud Apícola: Consejos

Publicado el 18 agosto 2013 por Manuel Somavilla
LA MIELEs tu primer día como apicultor.
Estos son tus primeros contactos con ellas, seres ajenos y desconocidos en su intimidad, y permanecéis así, en la más aritmética equidistancia. Ambos encarados y enfrentados, de tú a tú, en un terreno abierto que te es hostil.
En ese momento, el abrupto recinto, techado de nubes, se encuentra rebosante de una tensión. Una tensión que casi se podría cortar con un cuchillo.
Esta primera toma de contacto, corazones salvajes contra pavor contenido, se marcará en tu cerebro, a fuego y hierro, como un recuerdo imborrable.
Tanto en un sentido como en otro.
Si te han aguijoneado, trayendo múltiples picaduras y aguijones e hinchazones, cicatrices y heridas de la contienda, se tornará una prueba y muestra de tu éxito, comparable al de los guerreros que retornan del campo de batalla, pues mantendrás a salvo tu honor. Nunca nadie podrá pregonar ni asegurar que fuiste un vulgar cobarde que, cuando vio las orejas al lobo, huyó despavorido del apiario dando la espalda al peligro.
Por otra parte habrás conseguido vencer tu voluntad de salir corriendo y el éxito será absoluto, pues habrás conseguido salir indemne de la batalla psicológica librada entre tus sentimientos ecologistas y naturalistas, y los aguijones.
Sea como sea, esas primeras instantáneas apícolas envejecerán contigo.
Espero que esa primera posibilidad, la de los aguijones, no se haya producido el primer día, aunque, si así ha sido, estate tranquilo, simplemente tómalo como los gajes propios del oficio. Como un bautismo especial.
En tus posteriores incursiones te sentirás menos tenso, más receloso y, habiendo conocido de cerca la idiosincrasia de esta dulce trabajadora, serás mucho más cuidadoso y exquisito en tu tratamiento con ella. Llegarás con la lección, por la cuenta que te tiene, más o menos bien aprendida. Será entonces cuando tus socias se te aparecerán como ellas son, seres agradables, trabajadores, afanosos, amenos, tranquilos y productivos. Si no te perciben en sus cercanías no te atacarán, así que mejor mantente invisible, pasa desapercibido.
¡Aunque atento compañero!, también podría ocurrir que esa misma experiencia, bisoña aun, te haga bajar la guardia y de nuevo te conviertas en blanco de su ira.
Como himenópteros que son, animales en todo caso, sus reacciones son impredecibles.Aun poniéndote en lo peor, que siempre hay que estar sobre aviso, llegará el día, después de mucho tiempo, en que te alegrarás de haber sido picado. Los castigos sufridos por las continuas inoculaciones del mágico veneno en tu cuerpo, la apitoxina, te habrán inmunizado contra el reumatismo y la artritis.
Entonces serás un anciano muy vital y juvenil, venerablemente dinámico y que, al contrario que clientela que usualmente se ve en los consultorios médicos, no necesitará medicaciones para los múltiples achaques propios de esas edades.
Enfréntate tranquilo a la nueva situación, no te acalores ni te pongas nervioso y que nada se te caiga formando un gran alboroto, porque ellas son muy sensibles a todo lo que perturbe la tranquilidad de su finca.
Procura llevar las manos libres para poder manejar con soltura el ahumador. Nada de estorbos ni “por si acasos”. En el apiario, este extraño “fuelle”, será tu única arma defensiva. Pero claro, tampoco puedes abusar de su uso, podría ser contraproducente, no es ninguna arma ofensiva, simplemente es un “wadget” ancestral para mantener a raya y entretener a sus dulces señorías.
El sistema de uso para un óptimo resultado, justo antes de realizar cualquier operación en la colmena, es presionar 3 o 4 veces sobre el fuelle del ahumador, consiguiendo así impulsar las bocanadas de humo hacia la entrada de la piquera.
Esta introducción de humo en la colmena producirá en el enjambre el mismo efecto que les produciría un incendio, ante el cuál e instintivamente, sus miembros reaccionan posicionándose dando la espalda a la entrada de la piquera con las alas levantadas hacia el exterior, haciéndolas vibrar a grandes revoluciones para crear una corriente de aire que impida que el humo penetre en la cámara de cría.
En la otra mano puedes portar una rasqueta, un instrumento de metal a modo de cuchillo ancho y romo, sin punta y filo, que te servirá como ayuda para despegar el techo de la colmena, separar los cuadros cuando realices una revisión o retirar fácilmente la cera que pueda estar pegando alguna pieza de las cajas de madera .
Ante todo relaja tu cuerpo y serénate.
Muévete con la levedad de una bailarina, que ningún movimiento brusco te delate o las ponga en guardia ante ti, ese profanador y violador de templos en que te has convertido.
Actúa despacio y fluctúa como una pluma, como si fueses en cámara lenta, sin producir ningún ruido más fuerte de lo normal. Por una vez actúa como un Bruce Lee cualquiera practicando Kung-Fu, evitando rápidos y espasmódicos movimientos de manos.
Recuerda en todo momento que no perteneces a la especie apis, ni siquiera eres un insecto, y que para ellas y en ese momento, solo eres un animal agresor. Ni siquiera te conocen.Ya más adelante, cuando seas un “bicho habitual”, se creará una especie de simbiosis muy agradable, aunque no tanto como para permitirte cualquier exceso de confianza.Por un momento olvídate del mundo entero, hoy no es el día que tengas que demostrar nada a nadie e, incluso, ninguna de las afectadas, esas aladas y numerosas nuevas amistades, te va a exigir que poseas alguna cualidad portentosa o especial.
Ten presente que tu eres la parte débil en esta interacción.Que aunque tu seas más grande y supuestamente, solo supuestamente, más inteligente, siempre debéis permanecer cada uno en vuestro sitio.
Ni siquiera van a solicitarte algo imposible de lograr, y mucho menos algo que ellos mismas podrían libar, recolectar o limpiar.
Ellas se saben cuidar. No en vano desde hace unos 60.000.000 de años son autosuficientes. Ten en cuenta que aparecieron en la era Terciaria, más o menos durante el periodo Cenozoico.
Sencillamente son fósiles vivientes y expertos, seres de esencia rústica que se saben miembros repetidos y sustituibles de una sofisticada sociedad. También quizá por ello no sean seres caprichosos o exquisitos y ofrezcan su vida por el bien de la comunidad. Una especie de Jesucristo, Buda, Mandela, etc., con alas y aguijón.
Solo trabajan para el bien común y la supervivencia de la especie a través de su reina madre.
Muy al contrario y aunque también del grupo animal, pero en su peor y más peyorativa acepción, nosotros pertenecemos a la especie humana y, lamentablemente, somos quienes estamos acabando con todo.
Con plaguicidas, insecticidas, combustibles y energías fósiles y cualquier otra serie de violaciones al medio ambiente, estamos pervirtiendo una posesión, el universo, que solo es un préstamo de nuestros futuros herederos.
Esto sí, espero que no cometas el craso error de obviar sus llamadas, avisos y lamentos. Porque te recordarán constantemente y con distintos tonos, volúmenes y sonidos vibratorios, que manejes sus efímeras vidas con sutileza, sensibilidad, suavidad y precisión quirúrgica.
Esto será esencial para que, apenas durante unos días en verano y dentro de sus dominios, pases desapercibido y evites ponerles en bandeja cualquier motivo para que, clavando su aguijón sobre tu cuerpo, se suiciden como kamikaces.
Pero seguimos con tu primera visita.
Y tu tranquilo, que nadie te está mirando, si acaso algún insecto que deambulaba distraído en aquél preciso instante en ese preciso lugar de su universo infinito, tan infinito al menos como el nuestro, se percató de tu presencia animal.
Aparte de todo eso, solo estarás tú y la naturaleza, una naturaleza multitudinaria y muy especial, tal vez formada a su vez por miles de miembros que actuarán al unísono y de una forma mucho más inteligente, ecológica y humanista que la de los propios humanos. Y beligerante también, aunque su agresividad solo la usen para defenderse del intruso.
En esto último, como en casi todo, exceptuando la,..., la?, que digo?, rectifico y sostengo que en todo y sin exceptuar nada; el mundo animal, supuestamente irracional, gana por goleada a la estúpida humanidad.
Así que si te apetece sigue mis consejos, estos son completamente gratis:
  • Por que el artista nace, no se hace, has de Sentir AMOR y PASIÓN por este arte, la Apicultura.
  • Para empezar esta actividad el dinero te puede ayudar, pero solo para ser abejero o mielero. Nadie es apicultor sin amor. Yo nunca supe de nadie que se hiciese millonario con la apicultura.
  • Prevenir y prevenir y prevenir
  • No temer
  • Actuar con tranquilidad
  • Actuar con decisión
  • No dudar
  • Manejar los instrumentos apropiados con la maestría del violinista
  • Automatizar las rutinas con tu sensibilidad
  • Siempre tener la iniciativa, ser tú quién lleve la batuta
  • Y si no te es posible hacerte cargo de la situación abandona el lugar
  • Sin prisa pero sin pausa. Ese día no es tu día, ni será el de ellas
  • No las suicides
  • No tomes a la ligera esos aguijones que te amenazan por fuera de tu traje.
  • Aunque solo sean cantos de sirena del excitado enjambre que pulula y ruge a tu alrededor, como si fuera una carrera de F1, te está anunciando el error.
  • Captado el aviso, rápidamente limpia tu mente y ponte a pensar.
  • El fallo lo tienes delante de tus narices. Seguro que es una tontería.
  • Estudia la situación e instantáneamente reacciona.
  • Nunca lleves olores extraños al apiario
  • Evita visitar el apiario en días tormentosos o nublados
  • Entrad al colmenar, tú y tu compañía, vestidos con el equipamiento de protección
  • No llevar animales domésticos al colmenar

En mis siguientes entradas iré incluyendo más consejos útiles. Espero vuestras preguntas o comentarios.
Y aunque ellas en su esencia, solo en su esencia, no te quieran picar, más que nada porque es casi imposible que puedan hacerlo tras tu vestimenta de apicultor, ten en cuenta que la situación se ha tornado incómoda, antinatural, antipática, agresiva y todo lo conflictiva que puedas siquiera imaginar.
Si no haces algo por remediarlo, está cerca de producirse el desastre completo.
¡Y te va a doler!
Sus agresivos zumbidos, te relatan su estado anímico e intenciones, nada más.Así que no temas, solo no las molestes más y sal de sus dominios.
Aunque realmente estén en su derecho y tengan sus motivos para agredirte, deberías pararte un momento y empatizar con ellas.
Ponte en su exoesqueleto y sé el amigo zángano de Maya, un Willy cualquiera que haya sido expulsado de su casa por un extraño. Así lo entenderás.
Aun estando en su derecho de resarcirse de nuestra ofensiva intromisión en su mundo, tienes suerte, porque tu traje y la máscara impedirán su justa represalia.En cualquier caso, más te convendría hacer caso de un sabio consejo que recibí, no recuerdo si de boca de alguno de mis familiares apicultores o quizá de algún compañero de profesión más experimentado que yo.
Y aunque, de hecho, el consejo está ampliamente testado por la sabiduría popular, posteriormente, y como yo soy de los si no lo veo no lo creo, yo mismo, en mis propias carnes, he podido certificar y corroborar este dato.
Aprende a retirarte a tiempo, por eso de que vale más una retirada a tiempo que mil victorias.
Cuando sientas que la situación te empieza a superar por que se ha reunido demasiada gente alrededor de tu ahumador; si además, por un acaso, te empiezan a sudar las manos y sientes sudor frio en tu frente; el traje se te pega al cuerpo, los oídos te zumban, la máscara parece que se descoloca y te azora el nerviosismo propio de sentir el peligroso acercamiento de los aguijones tentando tu cara; percibes que las abejas se están empezando a excitar y éstas empiezan a abalanzarse sobre ti, pudiera parecer que está empezando a granizar, golpes secos de perdigones de las escopetas en las barracas de una feria, sobre tu protegida cabeza; y si además se te apaga la fuente de humo, tu humera o ahumador; sin prisa pero sin pausa, sin iniciar nada parecido a una alocada huida sin rumbo en la que vayas tropezando con todo, echa una ojeada a tu alrededor y decide en dónde te refugiarás cuando huyas atormentado del tormentoso apiario.
A continuación, y sin correr, deja todos los aperos en el lugar, sin mostrar excesivo cuidado, y abandona el apiario para refugiarte en el lugar anteriormente previsto.
En otros momentos, es su naturaleza curiosa lo que les impulsa a investigar ese nuevo ser que tienen cerca, ese animal extraño que desprende un olor desconocido, a veces embriagador. Esa curiosidad que parece guiada por su pensamiento, -Si me acerco un poco más a lo mejor puedo descubrir el lugar en dónde libar su néctar-.
Apareces como una imagen enorme, quizá como una gran piedra o alguna especie de animal mamífero.
Se mueven a tu alrededor buscando un lugar en dónde amerizar para descansar un rato mientras intenta descubrir y explorar aquello que sus ojos ocelados le muestran, coloreada o en blanco y negro, según deseen. .
Y hasta aquí por hoy.
En siguientes entradas iré compartiendo con todos vosotros mis experiencias como apicultor.
¡Salud y Suerte!
PD: Expresamente creado a este fin, todos los comentarios de tema apícola publicados y los que publique a partir de ahora, se clasificarán en este blog