Se trata de dos piezas acústicas y de trazo nostálgico, que seguramente haréis vuestras desde la primera escucha de las mismas. Crónica De Un Suspiro, la primera de ellas, es toda una (bellísima) declaración de amor, entre lo místico y lo mundano.
El siguiente paso, Logaritmo Flotante, tan reflexiva como espacial, simplemente nos encanta, ya que a pesar de su casi desnuda instrumentación está armada de pequeños pero gigantes detalles y destellos.
Con canciones como las que nos ocupan apetece empezar los días, las semanas, los años, y lo que sea menester. Y lo mejor de todo, si es cantada por la casi susurrada voz de Monzó, todo parece sonar más creíble y real. Una verdadera joya que conquista ya desde su foto de portada.