Revista Cultura y Ocio

'Apunte biográfico' de José Luis Piquero: cuatro notas de lectura

Publicado el 12 abril 2012 por Mora Fandos @Morafandos

"Apunte biográfico"
de José Luis Piquero                                           Like dogs to bark at my world                                                   Stephen Spender
Pero también a mí­ me partieron la caraen más de una ocasión. En aquel tiempotemí­a -como Spender- a los chicos del barrio,matones con jerseis de Benasque y playerasque odiaban a las madres y a los niños con gafas.
El miedo, pienso ahora,es una presa fácil. No se explicade otro modo la astucia, aquella mañaque se daban para atraparme siempre,aunque volviera por otro caminode la escuela o bajase a comprar el pana donde era más caro pero estaba más cerca.
Eran hábiles con el cigarrillo,conocí­an las zonas donde la quemadurapodí­a doler más. Algunas vecesles bastaba el insulto desde lejos.En los dí­as de fiesta eran más peligrososporque tení­an tiempo de sobra por delantey el escenario idóneo de una calle aburrida.
Y lo que más lamento ya no son los cuadernosde dibujo manchados de tinta o los tebeosque un dí­a me quitaron, sino el otroexpolio de mi infancia ignorante y feliz,la fe ciega en un orden de las cosas,la armoní­a del mundo que, prematuramente,hicieron mil pedazos en medio de la calle.
Y sobre todo el odio, el rencor insensatode tantos años hacia los adultos:Pasaban en silencio, sin mirarnos.Siempre llegaban tarde a impedir las peleas.
IEn este, como en otros poemas de Piquero, me sorprende esadifícil facilidad para conectar el habla cotidiana a la red de voltaje poético.Y ahora me refiero solo a la métrica. Ahí van esos endecasílabos, alejandrinos(esa conjura de acento en sexta con que el diapasón de la poesía de laexperiencia templó nuestros oídos en los 80s) como si la adquisición delcastellano por cualquier hijo de vecino, dotara del mágico instinto. Pero no,no viene de fábrica. Hay que currárselo. Y mira que cuando uno se arrima a latradición es fácil volverse sentencioso y grave. Así que, sin duda, aquí secumple esa renovación-dentro-de-la-tradición que el lector de poesía siempreespera, como si fuera lo más natural. Cuando es al revés.
II"Pero también a mí..." casi que nos hemosencontrado, in medias res, al girarnos en nuestra butaca de enea como viniendode otra conversación, con el monólogo del capitán Marlow, atento a losmisterios de la vida. La cualidad oral del poema es patente. Es el monólogodramático de Browning, la segunda de las tres voces de la poesía según Eliot,que se dirige a una pequeña audiencia a la que hemos sido invitados, y eseasentimiento poético nuestro nos aguza los oídos, porque nos sabemoshablados; monólogo que, al final, en el "mirarnos" nos abraza a todosen una experiencia compartida, universal que remonta la anécdota. (Y aquí meacuerdo de Jim y del "uno de los nuestros" de Conrad).
IIILa experiencia bien enfocada y delimitada, la luz natural,la secuencia ágil de flashes, el laconismo de la cámara que resume... cineclásico europeo; el léxico en su punto de propiedad, ni crudo ni muy hecho...la mejor poesía de la experiencia siempre ha ejercido una pedagogía de lalectura poética, simultánea al propio poema.
IVEs notable la inteligencia del autor para conceptualizarlo experimentado, sintetizar su esencia existencial-moral y lirificarlo al fin,o al paso de todo el proceso (aunque a veces uno -yo- no esté vitalmente deacuerdo con las experiencias y síntesis de otros poemas suyos). No he tenidouna experiencia tan traumática, pero puedo identificarme con la voz del poemaen este universal asunto del desvalimiento ante el mal; esos momentos en que sepalpa el sinsentido, y que en la niñez tienen primera parada; y en esa responsabilidad del adulto... en que uno acaba convirtiéndose.
Es verdad que se canta lo que se pierde; pero no solo: ¿merecen también un canto nuestras absoluciones? 
Pero ya me estoy yendo por las ramas. En todo caso, buen,muy buen poema con el que abrir esta antología de mis poemas favoritos.
Hola, esto es lo que hay


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