Apuntes

Por Calvodemora
Vicios de verano Uno construye su vida en base a muy escasos vicios y luego la vida va construyendo su cadalso en base a muy escasas reglas. Día que pasa, día que no vuelve. Lo que pasa es que los vicios no matrimonian bien con la vida o viceversa y andamos siempre a la gresca, pidiendo un receso para ordenar los bártulos o pidiendo una prórroga para irnos despidiendo de los vicios. Yo tengo muy pocos, ya lo he escrito, pero no hay rinconcito en donde yo me lo pase bien al que no lleguen y en donde no hagan cuartelillo. Ahora han descubierto que me gusta Patricia Highsmith y me buscan libros y películas basadas en argumentos de esta estupenda señora. Cuantos más vicios tiene uno, más cuesta arriba se hace perderlos por necesidades de guión, digamos. Salvo que no haya aviso (no suele haberlo) y prescindamos de todos ellos de golpe igual que prescindimos de Charlie Parker, del arroz con marisco, del gin tonic de Bombay, de las novelas a la caída de la tarde, del café en una terraza, del cine considerado como una de las más hermosas distracciones o de los besos a las cuatro de la mañana. En verano, los vicios lo son menos o lo son de una manera menos dramática. Se deja uno llevar. No se irrita como en otras estaciones. Recesos que son necesarios para afrontar el caos que está por venir. Porque vendrá. Y me tendrá enfrente.
Serie B La vida debería ser un poco serie B, asunto de presupuesto escaso y talento a espuertas, pero a todo se le da una impronta trascendente, todo se observa con reverencias y diligencias que igual no son necesarias. Estamos aprendiendo a vivir y en el ensayo se va el objeto del estudio. Para cuando tengamos unas nociones más o menos claras de cómo manejar la cosa, no tendremos trama que mantener, la obra habrá acabado. En el mejor momento.
Escribir Escribir mucho menos en verano. Incluso no escribir nada. Estas líneas de ahora en una semana larga. Creo que no he sido nunca tan vago. No me inclino a cambiar, pero soy voluble como pocos e igual mañana tengo el verbo levantisco y me doy un atracón de escritura. Pocas cosas me gustan más en este mundo que estar horas escribiendo. Me pregunto si convendrá este pequeño abandono. Si a la vuelta las palabras estarán a mi disposición. Si yo estaré cómplice y las sentiré otra vez una extensión de mi alma. Creo que mañana escribiré sobre el alma. Si fuese ruso y del siglo XIX, lo haría de vicio.