Hay lugares tan conectados con uno que siempre lo acompañan. Lugares a los que se vuelve siempre con emoción, y de los que se marcha con tristeza. El mío es esta ciudad que siempre contemplé como una tierra prometida. Paso unos días en ella y siento que me guiña un ojo, me da una palmada, me sonríe y me dice: te espero.