Juan Pascual Pringles, nació en el año 1795, presumiblemente el día 17 de mayo, aunque algunos historiadores dicen que fue en la misma ciudad de San Luis, fecha que se celebra en ésa provincia como la de su natalicio, la tradición afirma que fue en Paraje Los Tapiales donde nació el héroe puntano y donde existe un monumento recordatorio.
El coronel Juan Pascual Pringles era más bien bajo de estatura y algo grueso o trabado de cuerpo. Bastante trigueño, de ojos negros y expresivos; cara redonda; sólo usaba bigote. Cabello abundante y lacio, que lo prendía por detrás con un peinecillo; mano pequeña y muy cuidadoso de su persona. Era afable, de buenos sentimientos, desprendido y moral. Muy aficionado al dulce. Vestía de ordinario casaca azul vivada de punzó, y cuando se engalanaba con sus numerosas condecoraciones, a caballo y con su lanza enristrada, era de estampa en realidad imponente".
Entre 1811 y 1814 trabajó en una tienda en Mendoza. Inició su carrera militar el 10 de octubre de 1815 cuando se incorporó con el grado de Alférez al Regimiento de Caballería que comandaba el Teniente Gobernador de San Luis el Coronel Vicente Dupuy. En 1819 participó impidiendo la sublevación de los prisioneros realistas y el 8 de noviembre del mismo año fue dado de alta con el mismo grado en el Regimiento de Granaderos a Caballo del Gral. José de San Martín en un campamento de reclutamiento llamado Chacra de Osorio, destinado a preparar el glorioso ejército que contribuyó a libertar al Perú.
El 20 de agosto de 1820 partió con la Expedición Libertadora al Perú, y el 27 de noviembre del mismo año asombró con una acción increíble a sus compañeros y adversarios arrojándose al mar en Chancay (Perú), en la llamada Playa de Pescadores, para evitar caer prisionero de los realistas y con él nuestra bandera.-
CRÓNICA DE CHANCAY
A fines de noviembre el Regimiento de Granaderos al mando del Coronel Rudecindo Alvarado inicia la marcha hacia el Sur. Una partida de 17 granaderos al mando del Teniente don Juan Pascual Pringles se adelanta hacia Chancay a efectos de tomar contacto con el Batallón realista Numancia, del cual se había recibido informes que se pasaría a las filas patriotas en razón de estar integrado desde su jefe hasta el último soldado por americanos.
La misión de Pringles era acompañar a un emisario del Gral. San Martín que debía entrevistarse con el comandante Tomás Heres, jefe del Batallón. Al llegar a la Caleta de Pescadores cerca de Chancay, ordenó echar pie a tierra, para esperar el emisario, que había concurrido a cumplir su cometido, cuando sobre una lomada aparecieron dos escuadrones de Dragones del Perú, el batallón Numancia y dos piezas de artillería al mando del Coronel D. Gerónimo Valdez.
Se adelantaron los jinetes realistas y, cuando estuvieron a una distancia prudencial, intimaron rendición a los granaderos.- La respuesta fue inmediata, el teniente Pringles ordenó formar a su pelotón en una fila detrás de él y al toque de “a degüello”, cargó contra el centro de los escuadrones del rey.- Fácil es imaginar lo que fue aquella acción, el sable y la lanza herían sin piedad y al fogoso valor de los patriotas lo apagó la abrumadora superioridad numérica de los adversarios.- Ya habían caído tres granaderos para no levantarse más y otros once estaban heridos, entre ellos el propio Pringles.
Fatigado por el fragor del combate, con el resto de su energía, decidió, antes que rendirse, sumergirse en el mar y a media rienda, seguido de los hombres que le quedaban, y al grito de ¡Viva la Patria! se echó al agua decidido al último sacrificio, dejando atónitos a los soldados españoles que cubiertos aún por el polvo y la sangre del combate, quedaron inmóviles al borde del océano Pacífico, en mudo homenaje al vencido heroico.
Emocionado el coronel Valdez por el heroísmo de éste patriota le envió un oficial para garantizarle su vida y la de sus hombres. Solo así se decidió Pringles a entregarse a los españoles. Poco tiempo después, los que fueran tan honrosamente derrotados fueron canjeados por algunos prisioneros españoles y el jefe de las fuerzas de S.M. le escribió a San Martín destacando el desempeño de esos valientes.
Se cuenta que cuando Pringles y sus granaderos estaban prisioneros un oficial español deseoso de saber las razones que tenían esos criollos sencillos para despreciar la vida en esa forma, le preguntó a uno de ellos porque no se habían rendido cuando fueron invitados a ello, antes de pelear inútilmente contra las formidables fuerzas que los rodeaban, el granadero sencillamente respondió: ¡Señor, porque al venir a éste país vinimos a pelear y no a rendirnos!... Más tarde mandaron acuñar cinco medallas que enviaron a Pringles con la inscripción: “La patria a los vencidos, vencedores de Pescadores”. El Gran Capitán de los Andes premia su valor y el de sus compañeros con un escudo blanco y celeste que lleva la inscripción “Gloria a los vencidos de Chancay”.
El general Lucio Mansilla, en emotivas palabras, capta aquel tremendo momento en que el joven Teniente no vacila en dar su vida ante la vergüenza de entregarse detenido. “No les importa a Pringles ni a sus fieles compañeros la derrota sufrida; tienen la conciencia de que han combatido con una osadía homérica”.
DESPUÉS DE CHANCAY
En 1821, Pringles integró la segunda campaña de la Sierra, entrando en Lima el 9 de julio participando de la batalla de Pasco recibiendo la Orden del Sol en grado de Benemérito. En setiembre de 1822 ascendió a capitán e integró la expedición llamada de los Puertos Intermedios, marchando en diciembre con Alvarado hacia Tacna. En 1823 soportó las derrotas de Torata y Moquegua. El 6 de agosto de 1824 vio la victoria en Junín, ayudando a salvar la vida de Necochea. El 8 de diciembre triunfó a las órdenes del Gral. Antonio José de Sucre en Ayacucho, último gran combate de la campaña libertadora continental. Conquistó la Medalla de Oro “Yo fui del Ejército Libertador”; y por la victoria de Ayacucho, Medalla de Oro y el Título de “Benemérito en Grado Eminente”. En 1826 fue ascendido por Bolívar a Teniente Coronel para luego regresar a su país. Tiempo después fue nombrado por Rivadavia como segundo jefe del nuevo Regimiento Nº 17 integrado por las milicias de San Miguel del Monte. Con este grupo combatió en la guerra con Brasil, interviniendo en las acciones del arroyo Taim y laguna Merim. En 1829 regresó a Buenos Aires para unirse luego a las fuerzas del General José María Paz que marchó a Córdoba combatiendo en San Roque (22 de abril de 1829) y La Tablada (22 y 23 de junio de 1829). El 22 de junio de éste año había sido ascendido al grado de Coronel. Tuvo un fugaz paso como gobernador de San Luis y el 25 de febrero de 1830 participó en la batalla de Oncativo. De vuelta a la provincia se ocupó de preparar un contingente armado que denominó "Escuadrón de Lanceros de San Luis" que marchó a Córdoba en febrero de 1831. Tras ayudar al coronel Echeverría, defendiendo la Villa del Río Cuarto sitiada por las fuerzas del Gral. Facundo Quiroga. Emprendió derrotado su regreso a San Luis luego de combatir en el Morro el 6 de marzo de 1831.
Alcanzado por la vanguardia federal murió en el lugar denominado El Chañaral de las Ánimas, cerca del Río Quinto, y a pocos kilómetros de la ciudad de San Luis el 19 de marzo de 1831, alrededor de las 5 de la tarde. Sus restos descansan en la Iglesia Catedral de su ciudad natal, declarada Lugar Histórico Nacional y la cripta del Coronel Pringles, Sepulcro Histórico Nacional.-
CARLOS CURTI