Desde 1810, momento concebido como el nacimiento de nuestra nación, estuvimos inmersos en el dilema de padecer un proyecto excluyente, que defiende los intereses de los sectores privilegiados, o bien acompañar un proyecto liberador, que contempla la construcción colectiva, que lo piensa como un territorio soberano A lo largo de nuestra historia estuvimos signados bajo este disyuntiva cuando, bajo distintas etiquetas, la disputa es la misma: saavedristas o morenistas, unitarios o federales, civilización o barbarie, libros o alpargatas, dependencia o liberación…Desde la formación del primer gobierno patrio se enfrentaron los dos posicionamientos: el plan revolucionario de operaciones de Mariano Moreno cotejaba un programa económico y político que impulsaba una auténtica democracia de la mano de un Estado activo y fuerte que acompañe el impulso popular y se empape de un espíritu latinoamericanista y anticolonialista. Sin embargo, los intereses portuarios de unos pocos privilegiados, acompañado por sectores conservadores y del capital inglés, dieron por tierra las ambiciones de un autentico programa de gobierno revolucionario. Habría que esperar hasta que Bernardo de Monteagudo continúe los pasos de Moreno y de la mano de la Sociedad Patriótica, se oponga férreamente a la demora en dar una constitución, al profundo centralismo porteño, y que junto a los miembros de la Logia Lautaro podrán imponer un triunvirato acorde a las necesidades de la Patria y que convoque a la Asamblea del año XIII.Ese espíritu revolucionario, emancipador y rebelde era el que llevaron adelante caudillos como Artigas que exigía un programa revolucionario y federalista, republicano, descentralizado y que defienda los intereses populares. El propulsor y protector de la Liga de los Pueblos Libres formó una especie de mercado común regional en el que se protegía a los productores locales y se fomentaba la agricultura a través del reparto de tierras, animales y semillas. No pagaban impuestos las máquinas, los libros y las medicinas y derivaba el comercio del Litoral al puerto de Montevideo. Ejemplos como el proyecto artiguista que contemplaba la unión de los pueblos siempre se encontró ante los escollos de los intereses comerciales de un sector privilegiado, aliado de las ambiciones británicas.La disputa histórica de dos proyectos políticos que mencionamos no sólo no excluye la construcción de modelos económicos diferentes, sino que también concibe la formación de una identidad nacional desde posicionamientos divergentes. La construcción de una identidad nacional y popular era es eslabón necesario para los proyectos políticos tanto de Moreno como los de San Martín, Artigas y los caudillos federales, Rosas: las banderas que levantó el peronismo como deberes y derechos inclaudicables, encierran en sí mismas la transformación cultural que posibilita la construcción de una identidad nacional y popular. Habría que esperar hasta la llegada del peronismo en el siglo XX para intentar revertir la instauración de un orden liberal, conservador y excluyente que supieron concebir los ideólogos de la llamada “organización nacional”, luego de la batalla de Caseros donde, como bien recuerda nuestra conductora, mientras en EEUU durante la guerra de secesión el norte proteccionista e industrializador derrotaba al sur esclavista y librecambista, en nuestro país triunfaba un proyecto político y un modelo económico que tenía objetivos similares a los estados del sur norteamericano. De la mano del peronismo, se lograba una verdadera democratización de la sociedad, donde se reformaba una Constitución de raigambre liberal por una verdaderamente nacionalista que reivindicaba a los sectores históricamente postergados, se dignificaba al trabajador, se implementaba la sustitución de importación con la ambición de constituir un país prospero, con justicia social y autosuficiente, independiente de los designios y presiones del imperialismo de turno. Esos recordados años felices que otorgó el peronismo mediante el paradigma de un Estado presente en todos los aspectos, que resguardaba los intereses del Pueblo ante las exigencias espurias de las corporaciones económicas y los sectores privilegiados no lograron ser borrados mediante los fusilamientos y el odio irracional desatados mediante el golpe de 1955. La “Revolución Fusiladora” logró lo contrario a sus objetivos: consiguió fortalecer la identidad de un pueblo que era consciente de sus derechos, que sabía que la verdadera democracia era la que la oligarquía concebía como “tiranía” sólo porque en ella no tenía injerencia. Generó la constitución de una resistencia popular, provocó que en los sesenta miles de jóvenes que durante el peronismo eran “los únicos privilegiados” den su vida por la liberación nacional y por el regreso de su líder al poder.Hoy, luego de más de doscientos años; a 12 años de padecer nuestra más grave crisis económica, política, social y cultural, producto de 30 años de represión, de desmantelamiento de los derechos sociales, de desarticulación y vaciamiento de las responsabilidades institucionales, de las privatizaciones y del industricidio, estamos desde el 2003 afrontando un nuevo desafío: la consolidación e institucionalización de un proyecto político nacional y popular, que contempla y es heredera de las luchas históricas de nuestro Pueblo y sus líderes: que posee un espíritu federal, redistribuye la riqueza y dignifica a la población tal como lo soñaron los caudillos; que no se doblega ante las presiones internacionales y defiende su soberanía como lo sostuvo Rosas; que sabe que la única forma de alcanzar una nación justa, libre y soberana es llevando a cabo la construcción de un Estado interventor y presente que humanice al capital y sepa que los únicos privilegiados son los niños y los ancianos como lo llevaron a cabo Perón y Evita. Y como tarea fundamental de militantes de esta organización que respalda y acompaña la revolución kirchnerista es la de reforzar nuestra identidad que es hija del peronismo y de los movimientos populares que acompañaron a los grandes líderes de nuestra Patria y así concientizar a la población para que seamos cada día más los que defendamos a este gobierno, por convicción y para asegurar la continuidad de este proyecto político.
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