El carácter Capitalista del Estado-nación moderno (en todas sus formas) adquiere la función productiva y financiera de la gran multinacional y la gran banca, de esta forma su fin es la acumulación de Capital a través de los impuestos directos e indirectos de los asalariados, para después saquear los recursos de los Estados más débiles, de esta forma puede sostener y mantener las instituciones de poder como el ejército y la policía o la sanidad y educación para consolidarlo y perpetuarlo.
La primera gran empresa y banca usurera que roba al trabajador asalariado de base es el Estado y después a través de la plusvalía (en mayor o menor grado) si lo hace para una empresa privada.
La familia es la primera institución dentro del sistema capitalista que ejerce el Poder sobre sus integrantes, por lo tanto el principio de Autoridad (por parte del padre y de la madre) se lleva a la práctica como adoctrinamiento y sometimiento al hijo, lo que retroalimenta el sistema y convierte la voluntad de poder en eje constitutivo vital del pensamiento del individuo y de la sociedad como forma de desarrollo y organización colectiva.
El valor del trabajo desempeñado por el individuo en la sociedad capitalista se cuantifica como ganancias a través de la percepción de su salario y en forma de acumulación de Capital para la empresa o Estado para la que trabaja. En este contexto el valor del trabajo desempeñado cualitativamente sólo adopta la forma pecuniaria cuantitativa, es decir, el valor cualitativo se mide por la ganancia que genera el trabajo asalariado.
La esencia del valor cualitativo del trabajo (no asalariado o independiente) es inversamente proporcional al valor cuantitativo del trabajo asalariado, ya que éste se regula por las leyes del mercado financiero que dictan las multinacionales y la gran banca con el apoyo del Estado.
La función del trabajo asalariado (en todas sus manifestaciones) es netamente cuantitativa porque su aspecto cualitativo desaparece a favor de la acumulación de Capital que genera para la empresa, banca y/o Estado.
Para el sistema capitalista de dominación no hay distinción de trabajos ya que éstos sólo sirven a un mismo fin; la acumulación de Capital. El valor del trabajo asalariado se mide por su eficacia y rendimiento y pierde por lo tanto la esencia autónoma y cualitativa que lo hace en principio original y diferente al de otros trabajos que requieren de distintos conocimientos, aptitudes y habilidades en aras de la productividad y de los beneficios que genera la acumulación de Capital.
La esencia del valor cualitativo del trabajo en el trabajo asalariado pierde su naturaleza autónoma y vital, diluyéndose como trabajo muerto y después midiéndose en comparación con otros sólo por la acumulación de beneficios que genera al Capital.