Haza, según el DRAE, es una porción de tierra labrantía o de sembradura. Las Hazas de Suerte son bienes de dominio público cuyo aprovechamiento corresponde a los vecinos de Vejer de la Frontera que se materializa en cada uno de los terrenos del común de vecinos que se sortean cada cuatro años. En el sorteo, los agraciados reciben una cantidad de dinero que corresponde a las rentas de esas tierras; cantidad que varía en función de la haza que le haya correspondido ya que no todas tienen las mismas hectáreas ni la calidad de las tierras es idéntica. El gran acierto de este sistema no es solo la participación de los todos los vecinos en el disfrute de las rentas que generan las tierras comunales, sino que ha protegido a los pequeños agricultores que, asentados en estas tierras, han consolidado una forma de vida. El riesgo que se cierne, es el creciente despego de la gente joven hacia el trabajo en el campo.
Los orígenes de las Hazas de Suerte se remontan al siglo XIII, cuando Sancho IV ocupó la villa de Vejer. Por entonces, no resultaba fácil vivir en un territorio sometido a razias y a los peligros propios de la frontera. Tal era la situación y la negativa para ocupar las tierras que, para conseguir asentar población en espacios tan expuestos, los reyes castellanos concedieron tierras y privilegios fiscales. En esta práctica cabe situar el origen de las Hazas de Suerte y, desde entonces, Vejer conserva un vasto patrimonio que pertenece al común de los vecinos y que tienen la consideración de inalienables, inembargables e imprescriptibles, tal y como se recoge en el Reglamento de las Hazas.
Se reproduce, respetando la ortografía de la época, un apasionado texto publicado en junio de 1886 en el periódico EL DÍA en sus páginas 1 y 2. Señalar que la publicación coincide con uno de los intentos de vender las Hazas de Suerte. Como indica Antonio Muñoz Rodríguez en su libro Vejer de la Frontera, editado por la Diputación Provincial de Cádiz en 1996, los defensores de la venta de las Hazas esgrimían la rentabilidad económica, pero ignoraban la enorme rentabilidad social de las mismas.
DE VEJER DE LA FRONTERA
De antiquísimos tiempos data en la ciudad de Vejer la existencia como bienes comunes de una considerable extensión de tierra laborable, no menor de 5.000 hectáreas, la cual administran con escrupulosa religiosidad sus Ayuntamientos, distribuyéndola en pequeños lotes, que de cuatro en cuatro años se sortean entre los vecinos cabezas de familia, sean ó no labradores y hayan ó no de cultivarla por sí propios. No pagan éstos canon, ni el más exiguo, y sólo están sujetos á las cargas de la contribución territorial, que sufragan los agraciados el tiempo de su respectivo disfrute. Los orígenes de esta institución, verdaderamente tutelar, y que de ser general en la región andaluza constituiría el más eficaz antídoto de nuestro pauperismo agrícola, se hacen remontar a los primeros tiempos de la Reconquista; y el pueblo de Vejer, no sin razón, considera las hazas de suerte como el precio de su propia sangre, en la lucha secular de sus antepasados con la morisma.
Naturalmente, por la naturaleza y el modo de su aprovechamiento, que obligaban á considerar las dichas hazas como terrenos de aprovechamiento común de pueblo, ni las leyes desamortizadoras de 55, ni la de 11 de Julio de 1856, pudieron comprenderlas; mas como
Pues bien; ahora, pasados más de veinte afios desde que fuera dictada la aludida real orden, se ha vuelto á poner sobre el tapete la subasta de las hazas de suerte; y aquella ciudad se encuentra una vez mas seriamente amenazada puede decirse que en misma existencia, porque se la privaría de lo que, a un mismo tiempo, es propiedad comunal y propiedad individual para su numeroso vecindario, gracias al modo admirable y original de ese aprovechamiento, perfeccionado á través de los siglos y que se realiza sin suscitar la más mínima queja, de una manera verdaderamente patriarcal.
Hace bastantes días que una comisión del Ayuntamiento de Vejer, compuesto del alcalde, D. Ricardo Shelly, y del síndico D. Diego Rodríguez de Luna, se trasladó á esa corte, con el-fin de alcanzar del Gobierno seguridades que tranquilicen á la alarmada población vejeriega, y hasta, si menester fuera, una nueva real orden para que en lo sucesivo no se aflija, sin justicia ni razón, á toda una masa de población con la amenaza periódica de expedientes de subasta que pugnan con las prescripciones de las mismas leyes desamortizadoras, y que son, además, aparejados á conturbar la paz y el sosiego de un pueblo laborioso.
El representante en las Cortes de aquel distrito se halla decidido á extremar sus esfuerzos y su valioso influjo para que, mientras ostente dicha representación, ninguno de los pueblos sufra menoscabo en sus legítimos derechos y aspiraciones; que no en balde el señor conde de Niebla es hoy el diputado por Medina Sidonia.