Aquel instante no estaba repleto de oscuridad, no estaba envuelto en una sábana de malos recuerdos, ni tan siquiera hubiera sido apropiado para que cientos de violines interpretaran a coro una música que humedeciera los ojos. Aquel instante no era distinto de los anteriores, pero a mí me hacía temblar cual perro abandonado al darse cuenta de que nunca volverá a ser querido. Carmelo Beltrán@CarBel1994