Aquella aburrida música que ahora admiro

Publicado el 28 febrero 2014 por Benjamín Recacha García @brecacha
Pues a mí me ha gustado el “documental” de Jordi Évole 28/02/2014 · 1:43 PM Ir a los Comentarios

Aquella aburrida música que ahora admiro

Resulta curioso cómo la música que de pequeño detestaba ahora me parece imprescindible. Recuerdo las mañanas de los fines de semana despertándome con la aburrida voz de Paco Ibáñez, que más que cantar hablaba sobre un soso rasgado de guitarra; o con aquellos tipos extraños que se hacían llamar Triana, que no se sabía si cantaban flamenco o rock, pero que en cualquier caso hablaban muy mal. Eso sí, las carátulas de los discos eran muy chulas. Mi hermano y yo pedíamos a mi padre que quitara aquella música rara. Preferíamos con mucho las divertidas e ingeniosas canciones de La Trinca.

Aún era peor cuando “obsequiaba” a nuestros infantiles oídos con las incomprensibles letras de Luis Eduardo Aute o con los “berridos” de El Cabrero. ¿Cómo podía ser que comprara la cassette de un tipo que cuidaba cabras?

Las chicas eran algo más soportables, pero igualmente aburridas: Marina Rossell, Ana Belén, María del Mar Bonet, Rosa León… Y no estaba mal del todo Joan Manuel Serrat.

Conforme fui creciendo las letras se fueron haciendo menos incomprensibles, el rock andaluz de Triana ya no sonaba tan raro, y los versos de Paco Ibáñez parecían menos sosos. Incluso de vez en cuando me sorprendía tarareando aquellas canciones que resultaba que ya no eran tan aburridas.

De todas formas, durante años me mantuve alejado de aquella música, y no fue hasta los veintipico que empezó a picarme el gusanillo por revisitar los sonidos que en el recuerdo entonces sí me parecían realmente interesantes. No todos aquellos artistas que conocí en la infancia los he incorporado a mi banda sonora diaria, aunque sí aprecio su trabajo y de vez en cuando escucho algún tema. Sin embargo, hay varios que, como decía al principio del post, se han convertido en imprescindibles, los escuche con más o menos frecuencia: Serrat, Paco Ibáñez y, sobre todo, Triana.

El trío sevillano fue capaz de crear un estilo irrepetible, combinando un sonido brillante, repleto de matices, con letras poéticas e inteligentes y el sello inconfundible que imprimía la voz de Jesús de la Rosa, cantando en “andaluz”, sin complejos. Cada vez que los escucho me gustan más.

Hubo más sonidos de mi infancia que han permanecido hasta hoy, y seguirán ahí hasta que me muera. No toda la música que escuchaban mis padres me desagradaba. La guitarra siempre me ha fascinado, aunque no sea capaz de reproducir una sola nota rasgando sus cuerdas. Jimy Hendrix, Brian May, Eric Clapton, Mark Knopfler, Juan Valdivia, SlashPaco de Lucía. El genio de Algeciras era otro de los habituales en mis despertares de fin de semana, pero aquel punteo maravilloso no me desagradaba en absoluto. Siempre ha estado ahí. Es uno de esos artistas que forman parte del patrimonio cultural común. Todo el mundo lo conoce. Su música es inconfundible. A todo el mundo le gusta y todos nos sentimos orgullosos al escuchar su nombre. Yo no soy sospechoso de patriotismos; huyo de naciones y banderas, pero reconozco que Paco de Lucía es una de esas personalidades que te hace sentir orgulloso de pertenecer a una misma cultura, en este caso la española. Igual que Federico García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández, José Luis Sampedro, Luis García Berlanga, Pablo Picasso, Santiago Ramón y Cajal y tantos otros.

A Paco de Lucía lo escuchaba muy de tanto en tanto. Su música está siempre ahí, cualquier momento es bueno para tararear ‘Entre dos aguas’. Cuando el miércoles por la mañana me enteré de su muerte sentí la necesidad de buscar en Youtube alguno de sus conciertos más recientes, y ha sido todo un descubrimiento. Porque una cosa es escuchar música con la memoria, y otra muy diferente es sentirla, con el oído y con todo el organismo.

Llevaba varios días de sequía creativa, incapaz de escribir una sola línea de mi nueva novela, y, casualidad o no, escuchando el concierto que comparto a continuación mis dedos volvieron a teclear. Guitarra inspiradora. Vaya mi homenaje agradecido, pues, a Paco de Lucía y a su arte inmortal.

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