Aquello que llaman “derbi”

Publicado el 12 noviembre 2012 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

No llega el Sevilla FC a estas alturas de la temporada como una balsa de aceite futbolística precisamente. La última derrota y la incapacidad de marcar ante un Levante ramplón, que no solo puso el autobús bajo los tres palos, sino la flota de Los Amarillos completa, hacen que la nave sevillista comience a cuestionarse sus objetivos más optimistas.

Y llegamos a, nada más y nada menos, que al partido de la próxima jornada, que coincide con el Real Betis Balompié en lo que viene en llamarse “derbi” por muchos.

Según la RAE, un derbi es un encuentro, generalmente futbolístico, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen permanente rivalidad. Sin embargo es aquí donde aparecen mis dudas, pues la rivalidad puede ser entendida desde distintas ópticas.

Una rivalidad debe producirse entre dos equipos que luchan por los mismos intereses y dicha rivalidad aparece por ese hecho. Sin embargo es aquí donde se distorsionan estas cosas, pues mientras unos aspiran a ganarle a su eterno rival, dando por finiquitado prácticamente otros objetivos siendo felices por ello, el otro debería mantener en mente cotas más altas.

El derbi se produce entre equipos que miran hacia arriba, pero nunca mirando hacia abajo.

Ese tipo de competición puede producirse perfectamente entre Real Madrid y FC Barcelona, existiendo una cierta igualdad histórica en muchos de los campeonatos donde participan, donde si algo no cuentan son las veces que han ganado al rival, sino las competiciones que le sacan al contrario, sabiéndose que será uno u otro el que al final lo conseguirá.

Ahora bien, un equipo –el Betis- que necesita que su rival pase 22 años seguidos en Segunda División para poder tan siquiera igualarle en la Clasificación histórica, amén de torneos europeos y nacionales, en los que arrasa literalmente, no es rival.

La rivalidad sevillana se centra en un equipo que opta a intentar acercarse de lejos –el Betis- respecto al sevillista de a pie que tiene que soportar al vecino de arriba, al camarero, o al jefe, que celebra como si de un campeonato se tratase, quedar por encima momentáneamente de su eterno rival y verle tirar cohetes que molestan al oído. Un espejismo para el bético que cree ver un lago en medio del desierto.

Podríamos decir que el sevillista quiere ganar para no tener que oír todas estas sandeces. Una rivalidad de chichinabo para que la vista no se le dañe al llevar a sus hijos al colegio y tener que ver tanto verde chillón junto como campeones de las décima jornada.

Un Club –el Sevilla FC- que dicho sea de paso arrasa en derbis ganados, no ya en Liga y en Copa, sino en el resto de las competiciones en las que ha participado junto al supuesto rival. No es esa una prioridad en estos momentos, la asignatura, cuando existió,  se aprobó con sobresaliente. Un enfrentamiento contra un equipo que recién acaba de conseguir su gol 2000 en Liga, algo que alcanzamos hace 31 años, allá por principios de los años 80, no supone una rivalidad real. Jamás nos superaron ni tan siquiera cuando pasamos aquella travesía del desierto que duró varias décadas, en la que ni olimos un trofeo de cerca.

Si el supuesto derbi sevillano no tiene la resonancia que debe a nivel internacional, es consecuencia de eso que la mitad de esta ciudad llama la liga particular, amparados en la prensa local que de algo tiene que comer, un título inexistente para el que no existe premio, ni trofeo que alguien llore. Una prensa que magnificará aquello que es diminuto y que funcionará como una fábrica de humo.

Y esto es algo que va en detrimento del equipo que pasea el nombre de Sevilla por Europa habitualmente, (porque el otro es de la ciudad del Betis, que podría ser Córdoba perfectamente), especialmente en los últimos años, y que facilita que tenga una proyección que es indiscutible. El Sevilla FC solo es grande si no cae en la trampa de creer que tiene que quedar por encima del otro equipo de la ciudad, banalidades que hacen que volvamos a los años mediocres y distorsione nuestro punto de mira. Caímos en esa trampa durante muchos años.

La única forma de ganarle a nuestro supuesto rival es conquistando año tras año una copa, y otra copa, y otra más. Nuestro derbi se llama Europa y el rival debe apellidarse Arsenal, Dortmund, o Dínamo.

Lamentaré perder el próximo partido de Liga, si llega el caso, por los tres puntos que falta nos hacen para apuntar a la competición europea, única forma de llegar a la gloria y a la pasta, que también nos hace falta para fichar grandes jugadores. El ex-derbi tan solo conseguirá que el vecino de arriba me de dolor de cabeza a cohetazos si perdemos. Ojalá les ganemos, pero solo por eso.

¿Y saben qué? En lo único en lo que nos gana el Betis, repito, en lo único, es en temporadas que han quedado por encima del Sevilla FC en Primera División cuando hemos coincidido, eso que les gusta jugar y que se llama “liga particular”. Un dato muy significativo que avala mi teoría. Si prefieren caer en la trampa, cada cual es libre de hacerlo.

Llámenme prepotente, pero mi prepotencia es sevillista y solo lo es el que puede serlo.

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