Revista Cine

‘Aquellos Maravillosos Años’ – Con la ayuda de mis amigos

Publicado el 25 septiembre 2013 por Cinefagos

the_wonder_years_1

El pasado Agosto, cuando seleccionaba cabeceras de series de televisión me detuve en la de ‘Aquellos Maravillosos Años‘, y me plantee volver a verla. Como ya dije en el post no era  sólo porque en los últimos años he desarrollado una fascinación por la historia y cultura del siglo XX, sino porque recuerdo haberla visto cuando era niño y me apetecía volver a experimentar aquellas sensaciones. Quería saber por qué todo el mundo hablaba bien de ella, por qué la recordábamos y a la vez éramos incapaces de concretar detalles salvo la célebre música o el amigo alérgico, y por qué el nombre de Kevin nos hacía pensar de inmediato en ella. Así que en estos dos meses he podido revisar las seis temporadas completas y formarme una opinión más reciente sobre aquel show televisivo que nos hizo entrar dentro de una familia típica norteamericana.

The_Wonder_Years_still_slide_1_MITMVC

Uno de los primeros síntomas de que estás alcanzando la vida adulta es la sensación de desencanto con lo que te rodea, de que estás llegando a un punto en el que ser feliz es una utopía y todo parece mucho más oscuro y gris de lo que imaginabas. Te das cuenta de que los adultos no son más que niños que han tenido décadas para desarrollar hábitos desagradables, de que la gente entra y sale de tu vida y que realmente, no hay ningún sentido místico ni razón clara para tu existencia. Es entonces cuando miras hacia atrás buscando los buenos momentos que te ha dado tu vida, y es ahí donde radica la esencia de Aquellos Maravillosos años, cuyo título ya nos deja claro que cualquier tiempo pasado fue mejor, al menos para nuestro protagonista.

Cuando se emitió a finales de los ochenta, Kevin Arnold nos hablaba a través de una voz en off que aún estaba por ser imitada hasta la saciedad, de cómo creció en uno de esos suburbios americanos tan conocidos por todos, así que se ganaba nuestra simpatía al comprobar en seguida que los protagonistas eran personas como nosotros, cercanas y terrenales. La serie era un análisis social y cultural ambientado en una época muy convulsa, la de finales de los sesenta en un país que acababa de perder a John Kennedy y que pronto iba a echar de menos también a Robert Kennedy y Martin Luther King. Que se oponía a la guerra de Vietnam, y que buscaba un despertar espiritual, cosas que ahora vemos claras pero que no sabemos exactamente cómo era vivirlas desde dentro.

Así, todo ese cambio generacional confluía alrededor de los Arnold de la misma forma que lo haría sobre millones de familias anónimas, con personajes que lo tenían todo para recordarnos a alguien de nuestro alrededor: El padre que llegaba siempre tarde trabajar, enfadado y sin ganas de hablar. la madre ama de casa, experta preparadora de tortitas, el hermano mayor al que le gusta pegarte y del que crees que en realidad no es más inteligente que el perro promedio o incluso la hermana, despegada, hippie, molesta y desubicada, símbolo de la liberación sexual que sacudió a su género en aquella época, saltando de relación en relación entre Woodstock y amor libre.

tv-myths-wonder-years-431x300

Pero, sobre todo, estaba Winnie. Una de las razones por las que la serie logró tanto éxito fue debido a que estaba enfocado a todas las edades. Los niños ignoraban todo ese mensaje emocional y se iban directo a la trama básica, que siempre incluía a Kevin, su amigo Paul Pfeiffer y su vecina Winnie Cooper. LA vecina, la chica de todos los chicos del mundo, esa persona especial a la que jamás olvidamos y que nos marca para siempre, tan perfecta porque su físico no era espectacular, no era jefa de animadoras, y eso era precisamente lo que la hacía conectar y ser deseada por el público. Su relación iba muy ligada con el camino hacia la adolescencia y la madurez, ya que no sólo aprendíamos con ellos en qué consistía una relación y cómo se lograba hacerla funcionar (o fracasar), sino que Winnie era la llave a sucesos más importantes. No es casualidad que en el primer capítulo, su hermano muera en Vietnam, dejando un coche a medio arreglar en el jardín. Y a pesar de que eran demasiado jóvenes para entender la política internacional o incluso para saber en qué parte del mundo se encontraba Vietnam, niños de todas las edades podían mirar ese coche y entender lo que significaba y hacerles ver en qué consistía dejar atrás la infancia, entre profesores de gimnasia con un alto concepto de sí mismo y la sensación de que los jóvenes tal vez construirían un mundo diferente al que habían heredado de sus padres.

A lo largo de seis temporadas, cuatro brillantes, dos notables, Kevin y Winnie, acompañados de Paul y otros personajes secundarios nos mostrarían, acompañados de una excelente selección musical, cómo vivían y pensaban las personas de aquella época, vista tal vez de una forma edulcorada, pero siempre realista, mientras la voz en off de un Kevin adulto nos explicaba qué sentía y qué aprendía en aquellos maravillosos años en los que todo parecía mucho más sencillo.

“Crecer sucede en un latido. Un día estás en pañales, al siguiente ya no estás aquí. Pero los recuerdos de la niñez permanecen contigo todo el camino. Recuerdo un lugar, una casa como muchas casas, un patio como muchos patios, una calle como muchas otras calles. Y el asunto es que, después de todos estos años, sigo mirando hacia atrás, maravillado.”

The Wonder Years-1367743


Volver a la Portada de Logo Paperblog