El Mareny, Gola del Rei, Foto de Arturo Part
Seguro que recuerdas con cariño aquellos veranos de cuando eras enano. Aquellos días inolvidables,
interminables y apacibles en los que podía suceder todo y que guardamos en ese rinconcito de la memoria que queda cercano al corazón (quién lo tenga). Yo, con corazón o sin él, recuerdo con mucho cariño mis veranos en el Mareny de Barraquetes, con la tía, los abuelos y mi hermano. Nos levantábamos con el ruido infernal de una lavadora “Jata” (vintage que es uno) para, después del Colacao o el pan con Tulicrem, salir pitando a la playa a jugar con la arena como locos hasta hora de comer (y ahora que caigo, puede que el sol no quemase entonces porque de crema solar nada, los más “in” se daban aceite de zanahoria para freírse y estar más morenos). Después volvíamos a casa a comer y empezaban aquellas series míticas de la tele, ¿Recuerdas “V”, “El Gran Héroe Americano”, “El coche fantástico” y cómo no, el eterno “Verano azul”?. Después llegó el inolvidable veraneante “Ramonchu” García. Igual te ha hecho aflorar recuerdos o saltar alguna lagrimita. Igual aquellos veranos eran distintos, no lo se.
Estos días he intentado desconectar y alejarme del mundanal ruido (eso no me lo creo “ni jarto de vino”). Puede que en el fondo quisiera recuperar algo de aquellos veranos, pero la verdad es que horroriza descubrir que todas aquellas entrañables “cositas de verano” han sido sustituidas por el linchamiento de Christian Gálvez en “Vaya fauna”, el trajín de los Presupuestos Generales amparándose en el “ahora que no nos ve nadie”, las reuniones misteriosas y privadas de ministros del interior con banqueros enjuiciados para hacer macramé o rezar a Santa Teresa (ya que estamos en su año) y el resto de horrores cotidianos distribuidos esta vez en manga corta y bermudas. Siguen diciéndonos, desde sus yates eso sí, que hemos salido de la crisis y que todo está arreglado haciéndonos creer que el objetivo es reducir la deuda en lugar de asegurar los derechos básicos de todos. Este verano parece que han salido de SU crisis creando una sociedad en la que trabajar ya no es garantía de caer en la exclusión y la miseria.
Con eso de la ola de calor extremo de este año en la que hasta en los Pirineos se han asado como pollos, parece que se les ha hinchado el afán de protagonismo y en vez de enseñarnos como se escachuflan los habitantes de un pueblo en Grand Prix (que tenía narices el asunto, pero vendía, oye) prefieren no marcharse de vacaciones y seguir martirizándonos hasta bajo la sombrilla con la idea esa de reformar la constitución para que nada pueda romperse en perjuicio de ellos mismos porque el orden establecido les viene de perlas. Ya lo demostraron con la anterior reforma en la que regalaron nuestras almas a los bancos envueltas en papel de celofán y un lacito. ¿Alguna vez reformarán la constitución para, por ejemplo, hacer válido el derecho a una vivienda digna o permitir, de una vez por todas, que el bipartidismo sea historia?. Me parece que aunque nos esforcemos con la campaña de blindatusderechos.org si esto no cambia, va a ser más fácil ver pasar volando a Dumbo vestido de lagarterana.
Lo que sí se repite de aquellos veranos es la tragedia que sufriremos en forma de desertización. A este paso nuestros bosques serán un desierto sin camellos ni palmeras. Los montes se queman, a saber porque un rayo ha prendido el matorral, porque un imprudente ha hecho una barbacoa o porque un desalmado ha botado fuego. Pero además, con la actual Ley de Montes, se queman porque es la manera más fácil de conseguir que te recalifiquen el terrenito ya que el Plan General de Ordenación Urbana de un municipio (el papelote que dice si se puede construir o no) se quema junto con el monte.
Nada, son cositas de un gobierno que no parece que esté al nivel de los mortales o que ya descaradamente se dedica a arramblar con todo, no vaya a ser que los amaños veraniegos en las encuestas se derritan como mantecados al sol y se vean en la calle como los millones de personas que siguen desempleadas pero que ya no cuentan. O como los que trabajan por un sueldo tan mísero que no han podido evitar el desahucio veraniego. Seguro que algún cínico los ha contado como “veraneantes en busca de destino” para hacer subir las cifras de turistas. A mí ya no me extraña nada.
Vista toda esta programación estival prefiero la de antes, cuando los políticos desaparecían de escena, nos dejaban en paz y se marchaban de vacaciones. Los veranos del Mareny de Barraquetes, los de las siestas , el olor a colonia S3 o Heno de Pravia y libro de vacaciones antes de salir a jugar, los de hacer “la digestión” del Colajet antes de darse un chapuzón y las noches con Ramonchu. Más saludables sin duda.
Foto de Arturo Part. Mareny de Barraquetes
El Mareny de Barraquetes. Foto Arturo Part