Hace unas semanas hablábamos de lo difícil que resulta hacer caso omiso de las recomendaciones, directas o indirectas, que nos invitan a leer tal o cual libro, y de cómo dos señores muy listos me habían inducido inopinadamente a leer una novela de Victor Hugo titulada El último día de un condenado a muerte.
Pues bien, pocos días después de la segunda de esas recomendaciones fui a una de mis librerías habituales para hacerme con la novela en cuestión.
Efectivamente, no compré la novela ese día, que era lunes, sino dos días después. El miércoles por la mañana, como me habían dicho, me avisaron de que ya estaba el libro en la tienda.
Por la tarde tenía previsto asistir, junto con unos amigos, a la conferencia de inauguración de la Feria del Libro de mi ciudad -y esto tampoco es mera anécdota-, así que antes de reunirme con ellos pasé por la librería y recogí mi ejemplar de El último día de un condenado a muerte.
Durante la conferencia, el primer orador que intervino hizo referencia a varias obras clásicas que tienen en común determinados elementos argumentales. Y una de las obras que nombró me llamó la atención, porque me eran totalmente desconocidos tanto la obra como su autor, pero sobre todo porque lo poco que de ella dijo el conferenciante me pareció muy curioso e interesante.
Rápidamente saqué del bolso un cuaderno y un bolígrafo y tomé nota. Se trataba de Viaje alrededor de mi habitación (1794), de Xavier de Maistre.
Al día siguiente, indagando un poco, supe que este autor, conde de Maistre, fue un militar italo-francés que escribió esta obra mientras cumplía una pena de arresto domiciliario.
Me interesó el librito, sí, lo reconozco, pero me limité a anotarlo en mi lista de futuribles lecturas.
Un par de días después terminé el libro que había estado leyendo y, saltándome cualquier clase de orden preestablecido, me lancé a la lectura de El último día de un condenado a muerte, el libro que había venido conmigo a la conferencia.
"[...] y se han citado dos obras, René de Chateaubriand y Viaje alrededor de mi habitación de Xavier de Maistre [...]"
¿Me creerán ustedes si les digo que casi se me cayó el libro de las manos?
Fíjense bien: no se trataba sólo de que en una conferencia oyera hablar de una obra de la que no había oído hablar nunca antes y que a los pocos días encontrara en un libro una referencia a esa misma obra. Es que el libro en el que encontré esa referencia estaba conmigo en la conferencia, recién adquirido.
A la semana siguiente volví a la librería en busca de otro libro en el que tenía interés desde hacía tiempo. Lo localicé en seguida y, como tenía tiempo disponible, me entretuve "viajando alrededor de la librería". Y curioseando por allí vi un libro determinado, no recuerdo cuál, que quise hojear. Lo saqué del estante y junto con él salió hacia fuera el que estaba a su lado.
Lo cogí para dejarlo en su sitio y al ver la cubierta se me aflojaron las manos otra vez: era Viaje alrededor de mi habitación de Xavier de Maistre.
Ya se imaginarán ustedes que no fui capaz de dejarlo allí, claro, porque el libro se estaba esforzando mucho para que yo lo leyera. Llevaba días persiguiéndome, y viendo que yo no terminaba de hacerle caso, optó por arrojarse al vacío desde su estante para caer en mis manos. Y todo eso tiene mucho mérito y ablanda el corazón más duro.
Pero, dejando a un lado el romanticismo, estaba yo pensando en esta caprichosa serie de coincidencias, en las sorprendentes manifestaciones del azar, cuando, desde las páginas de su libro, el propio Xavier deMaistre vino a darme su opinión al respecto. Me dijo:
"Pero yo no creo en el azar, en esa triste ironía, en esa palabra que no significa nada."
-Victor Hugo. -Xavier de Maistre.
El último día de un condenado a muerte. Editorial Valdemar, 2011.
Traducción de Mauro Armiño.
Viaje alrededor de mi habitación. Editorial Funambulista, 2011.
Traducción de J. M. Lacruz Bassols