Ara Malikian (2016) Plaza de Toros de Las Ventas. Madrid

Por David Gallardo @mercadeopop
Lugar: Las Ventas. Madrid
Fecha: 15 septiembre 2016
Asistencia: 10.000 personas
Artistas Invitados:
El violinista rockero de Hamelín
Para que todo fluya y sea honesto, supongo que hay que empezar confesando: no tenía yo muy claro que no se me fuera a hacer largo un concierto de dos horas y media de Ara Malikian. Es que, bueno, yo soy de muchos estribillos y muchos coros, y eso de estar tanto tiempo sin que haya un cantante que ejerza como catalizador me generaba cierta desconfianza para conmigo mismo.
Oye, pues relaja esto de confesar, es verdad, igual deberíamos hacerlo todos más de cotidio (suspirito). Pasemos al relato pues, que comienza a eso de las 21:15 cuando en los minutos previos al inicio del recital se escucha por megafonía 'La gallina turuleca' y el público responde con jolgorio. Suenan después AC/DC, Bruce Springsteen y Joaquín Sabina, sin duda mostrando el camino del eclecticismo sin fronteras que iba a dominar la velada.
Se apagan las luces y hay un breve vídeo en las pantallas en apoyo de los refugiados, con el propio Ara Malikian como protagonista, que segundos después se materializa apareciendo en el ruedo, en el lado opuesto al escenario, en medio de un silencio reverencial y sepulcral. Detalle este nada sencillo, pues son más de 10.000 personas las congregadas en la Plaza de Toros de Las Ventas. Un coso que jamás había visto con esta actitud mezcla de respeto y deleite.
Con toda la ceremonia que exige el momento, el violinista camina entre las sillas de la arena haciendo un leve pizzicato mientras en el escenario le esperan setenta músicos para dar forma a un repertorio en esta ocasión sinfónico y que sirve como colofón para la exitosa y extensa gira de presentación de su disco '15'.
Una vez sobre las tablas, la maquinaria coge velocidad progresivamente mientras la luna preside el cielo y trata de abrirse camino entre las nubes de estos días enmarañados de septiembre. Huelga recalcar que para cuando Ara empieza a rasgar su violín, los pelos de los brazos se erizan irremediablemente, dando paso a los del resto del cuerpo. Es un momento a su manera mágico.
La noche está concebida como un recorrido a la vida musical y personal de Malikian, quien entre canción y canción va relatando divertidas anécdotas sobre su periplo desde Líbano hasta Alemania, pasando por Reino Unido antes de llegar a España y quedarse para siempre 'por culpa' del jamón ibérico.
Piezas clásicas de compositores como Bach y Sarasate encuentran su acomodo con temas de Radiohead ('Paranoid android'), David Bowie ('Life on Mars') y Led Zeppelin ('Kashmir), que suenan catedralicios con toda la grandilocuencia necesaria para que impacten directamente entre las cejas de los espectadores, que permanecen anclados en sus asientos a pesar de que los de la grada siguen siendo planos y de piedra, como antaño. Ni los cojines que se alquilan en Las Ventas ayudan demasiado, las cosas como son.
No faltan temas compuestos por el propio violinista como 'El vals de Kairo' dedicado a su hijo (esperemos que vaya bien la visita al pediatra del lunes que viene y encuentren el dichoso percentil ese), 'Pisando flores', el tema sobre el genocidio armenio '1915' y la 'Rapsodia madrileña' en su enésimo estreno mundial. Ah, y el 'Pena penita pena' popularizado por Lola Flores.

FOTOS DEL FACEBOOK DE ARA MALIKIAN

Todo con el violín como catalizador musical transfronterizo, desprejuiciado, abriendo horizontes y despojándose de cualquier tipo de etiqueta. Y sí, Ara Malikian parece una estrella del rock. Parece un héroe de la guitarra, Slash la mayor parte del tiempo, aunque también es Angus Young cuando se sitúa, como si estuviera sobre un muro de amplis, en la parte superior del escenario sobre la gran orquesta que ha conseguido reunir. Y la verdad es que, toque lo que toque, después de todo, su actitud es salvajemente rock. Mucha más que otros que englobamos bajo esa etiqueta.
Violinista extremadamente virtuoso, consigue que el público preste total atención a la música a pesar de que no haya un cantante marcando el camino, pues es su instrumento el que nos dice por donde va la melodía. Jovial contador de historias, arranca carcajadas constantemente, como cuando anuncia que van a tocar hasta las nueve de la mañana y que los que quieran ir a tomarse una copa pueden volver cuando empiecen con el momento karaoke en plena madrugada.
En realidad fueron como dos horas y media, que terminaron con el público ovacionando en pie pidiendo más. En ese momento uno no puede dejar de pensar en cómo demonios ha llegado hasta aquí este tipo de pelo embrollado, en cómo puede un violinista libanés de origen armenio (y ya español) congregar a 10.000 personas en Las Ventas. Y no solo las reúne, sino que las amansa y las engatusa a su antojo, como si en realidad un ilusionista fuera.
Es que no es una estrella del rock, ni un ídolo pop, ni un cantautor de éxito. Se supone que es un músico clásico aunque, esperad un momento, puede que en realidad sea todo eso a la vez. Y además se nota que le va la vida en ello y que toca intentando que su alma trascienda a través de ese violín que, en su caso, es una extremidad más de su cuerpo. Por eso conecta por la vía directa con quien quiera que se le ponga delante. Por eso no es necesario reflexionar demasiado sobre el asunto, ya que se trata exclusivamente de dejar que la música ocurra. Sigamos todos al violinista rockero de Hamelín.