Aunque desde los inicios de la encuesta Ahmed se ve libre de sospecha, la brutalidad del crimen ejerce un poderoso acicate para intentar desvelar los misterios que rodean la muerte de su querida vecina.La investigación tampoco deja indiferentes a los policías que la dirigen, pues el autor llega a afirmar de uno de ellos, ante la muerte de la azafata:
parece haber reabierto una grieta muy profunda, que vuelve a ponerlo en contacto con su magma más íntimo, con su lava en fusión. La puesta en escena del crimen, la potencia de las imágenes creadas por el asesino suscitan un efecto neto en su inconscienteEl desarrollo de las investigaciones se dirigirá hacia diversos miembros de sectas ultraortodoxas, tanto de inspiración musulmana como judía o cristiana. Como afirma el misterioso jefe de los investigadores, el comisario Mercator: sus policías deben llevar a cabo
una inmersión en la locura de las religiones. La gran locura de los creyentes o, mejor dicho, de quienes colman sus agujeros, su vida interior, con el cemento de la certidumbre. Bien relleno y aplanado, se puede avanzar en la vida. "Todo va bien", como decía GodardEl desarrollo de la novela nos mostrará los mecanismos de los que se sirven estos grupos para reclutar a sus adeptos, de sus discursos contradictorios según la necesidad del momento, y en general la falta de humanidad de los mismos, en los cuales, el valor y la dignidad de los sujetos prácticamente desaparecen. Es muy interesante la muy distinta actitud de varones y mjeres de los mismos grupos ante la presión asfixiante de estas doctrinas.profunda, lúcida y a veces desesperante reflexiónDe igual forma, no deben perderse la descripción que se hace de las actividades de ciertos grupos dentro de la policía francesa, que hacen dudar de la utilidad de dichos elementos en una pretendida acción de control social.Una novela vibrante, emotiva y valiente, con un estilo que te va bombardeando y no te deja respirar, unos personajes muy bien trazados, y de los que se hacen resaltar tanto sus luces como sus sombras, y una trama que pretende hilar motivaciones y personajes aparentemente muy distantes, pero que conjugan sus intereses al sólo importarles su codicia y su necesidad de vengar reales o imaginarias afrentas.El París que nos propone el autor, tan multicultural y tan necesitado de encontrar su identidad, nos recuerda el de las novelas de Daniel Pennac, con sus personajes llenos de sensibilidad, inteligencia y necesidad de una acción saludable para poder conservar su condición de seres humanos, pues Arab jazz no sólo es un gran thriller, sino una profunda, lúcida y a veces desesperante reflexión sobre la condición y posibilidades de vivir dignamente de un ser humano, haciéndose cargo de sus ambiciones y deseos más inconfesables.Y en cuanto a su estilo, está clara la influencia de la novela White jazz, de James Ellroy, de la que nos recuerda que su traducción no es el directo de Jazz blanco, sino que viene a significar algo así como "un plan retorcido montado por unos blancos". La novela si nos cuenta un plan retorcido, pero montado por árabes, judíos, cristianos, maleantes y delincuentes varios. Toda una epopeya de lo social y lo criminal. Un fantástico libro.Adriana Hidalgo, 2014Compra en Casa del Libro
José María Sánchez Pardo