Araña feminista | El cuento de la criada

Publicado el 25 marzo 2024 por Jmartoranoster

Es cuando estás rodeado de todos los peligros que no debes temer a ninguno.

Sun Tzu

El arte de la guerra

 Producto de un golpe de Estado, un grupo ultrarreligioso y patriarcal toma el poder en Estados Unidos y crea un régimen teocrático donde las mujeres fértiles son esclavas sexuales destinadas exclusivamente a la reproducción, los hombres pueden tener todas las concubinas que puedan mantener, y las personas homosexuales son ahorcadas en la plaza pública, al igual que las mujeres que aborten. Todo esto sucede en Gilead, una sociedad distópica que vimos en una serie de televisión llamada El cuento de la criada (en inglés, The handmaid’s tale). Al verla nos pareció que era una hipérbole, una exageración de lo que pudiera ser una sociedad patriarcal donde las mujeres fueran despojadas de todos sus derechos. Hoy, pocos años después, vemos con horror que la realidad está imitando a la ficción.

Ante cualquier avance de las mujeres, machos de todos los pelajes se asustan, se engrinchan, creen que van a perder el privilegio de llegar a casa, sentarse a ver televisión y esperar a que les sirvan la cena:

Malditas feministas. Lo que quieren es gobernar ellas. Pisarnos. Volvernos maricones a todos. La culpa de que no nazcan bebés es de eso que llaman la ideología de género de la ONU. Quieren reducir la población. Fin de mundo.

Parece haber hoy una transnacional de la misoginia. Trump arremete contra las feministas, sus enemigas naturales. Sus amigotes ultrarreligiosos han prohibido o hecho casi imposible el aborto en 26 de los 50 estados de la Unión. Polonia reforzó aún más sus leyes antiabortos. Bolsonaro en Brasil atacó durante su presidencia la educación sexual integral y propició atentados contra la población LGBTQI. Putin ha hecho lo mismo en Rusia, prohibiendo cualquier expresión de afecto en público entre personas del mismo sexo. Más recientemente, en nuestros patios, Bukele y Milei han emitido prohibiciones contra el lenguaje inclusivo que visibiliza a las mujeres.

Todo esto nos lleva a pensar que no hay ningún derecho garantizado. En Afganistán, donde luego que los estadounidenses les dejaran, cobarde e irresponsablemente, el poder a los talibanes, las mujeres y las niñas de nuevo tienen prohibido ir a la escuela, salir a la calle sin burka o sin un hombre que las acompañe, trabajar fuera de casa o ir a los parques o a los gimnasios. En fin, fueron despojadas de todo derecho.

El patriarcado sigue siendo el sistema dominante, y ningún sistema acepta perder terreno sin dar pelea. Muchos hombres están asustados, se han convencido de que les haremos lo mismo que el género masculino le ha hecho al femenino a lo largo de la historia. Son presa del deep fake, de mentiras flagrantes, de teorías conspirativas. Como toda fiera asustada, es capaz de morder o matar a quien le tienda la mano para ayudarle. Por eso quieren acabar con los derechos de las mujeres.

El patriarcado y su engendro, el capitalismo, nos han traído hasta acá a esta distopía de canibalismo, guerra, desigualdad, destrucción de la naturaleza y crueldad extrema. Los hombres necesitan el feminismo, lo sepan o no. Solo la igualdad entre los seres humanos y la superación del capitalismo garantizarán la supervivencia de la especie humana y de la vida en el planeta. Pero, como en toda película distópica, el final no lo sabemos, y puede terminar con un verdadero final.

María Centeno