Se ve bien porque no molesta en absoluto gracias a su honestidad y dignidad, tanto formal como de fondo, pero la verdad es que no se retiene en la memoria mucho más allá.
Y eso ocurre porque todo discurre como quien oye llover o escucha al viento silbar, un espectáculo natural, fluido, a ratos entretenido por algún diálogo feliz a cargo de los más simpáticos personajes, pero sin mucha chispa, sin apenas emoción, bueno, puede que esta esté en el interior de la historia, pero de pueras afuera, lo que vemos y oimos, no pasa de la discreción absoluta.
Se puede ver tranquilamente no siendo un tiempo perdido el empleado en ello, pero se olvida de la misma.