Ayer jueves por la tarde volvía desde Valencia por la autovía Mudéjar cuando a la altura del aeropuerto de Teruel vi un camión en llamas. Los bomberos ya estaban sofocando el fuego que se había extendido a los primeros matorrales de una arboleda cercana. Me acordé de esta historia que cuenta Anthony de Mello:
Llegó a los oídos de un maestro la noticia de que un bosque de cedros cercano había sido devastado por el fuego, y movilizó inmediatamente a sus discípulos:
- Debemos replantar los cedros
- ¿Los cedros? - reclamó un discípulo- ¡¡Pero si tardan dos mil años en crecer!!
- Entonces tenemos que comenzar de inmediato. No hay ni un minuto que perder - dijo el Maestro.
Y es que muchas veces necesitamos pensar en las acciones de nuestra vida con sentido de eternidad. Nuestras buenas acciones, aunque no las veamos germinar, dejan una semilla entre la tierra de este mundo, que con el paso del tiempo -quizá mucho tiempo- se convertirán en enormes árboles de refrescante sombra.
Aunque a veces no encontremos el sentido de darnos por completo a los demás, debemos seguir esparciendo esas semillas que en la sucesión de generaciones conviertan a este mundo en algo mucho más humano, digno y feliz. Tú también eres responsable de ello. Desde ahora mismo. ¡Animo!