P.- ¿De qué trata El vendedor de palabras?
R.- Hola María y lectores de La boca del libro. Pues esa novela surgió un poco como un pequeño tratado sobre la envidia entre escritores, el ego, el «soy más importante que tú y vendo más»… esas cosas que me repugnan y, además, supongo que me hago mayor y siento nostalgia de mis años cuando solo había dos canales de televisión. Se leía más por obligación que por vocación. Crecí con algunas novelas de los denominados «escritores de a duro», de cuando la literatura podía ser un oficio con el cual ganarte la vida, tanto con tu nombre como con un seudónimo. Quise mezclar varias cosas a la vez (la droga, la pérdida de una hija, la relación de pareja con el paso del tiempo, el funcionamiento del mundillo editorial...) y hacer algo como se hacía en los setenta y ochenta, una novela fácil de leer, sin complicaciones literarias, pero que te mantenía entretenido durante el fin de semana.P.- El protagonista de esta historia es Carlos Nogales. Cuéntanos cómo es la evolución de este personaje en la novela.R.- Bueno, el personaje de Carlos más que evolución tiene ideas y luchas internas con el proceso creativo. Decidí dividir la novela en doce capítulos, como los doce pasos que siguen los enfermos que se someten al programa de Alcohólicos Anónimos, que es el caso del protagonista. Y Carlos Nogales pues se ve engañado por la editorial de turno, cosa habitual porque los escritores jamás hemos controlado ni controlamos el número de copias vendidas, y no se le ocurre otra cosa que devolver el golpe por su cuenta y a su manera.P.- Carlos Nogales encuentra la inspiración en los suburbios de la drogadicción. ¿Dónde lo encuentras tú?R.- Hubo una época en mi vida que trabajé con drogadictos, los de chándal, dientes podridos, metadona y picotazos en el brazo… Todo historias tristes, pero algo siempre se puede sacar en claro y ya sé, ya sé: el drama siempre vende. Pero tengo que reconocer que nunca he tenido problemas con las drogas o con el alcohol. Bueno, de joven tuve los problemas típicos de casi todos los jóvenes: el no tener dinero para todo lo que te gustaría haber probado. Siento tener que reconocer que mis novelas no son autobiográficas. Me gusta beber cerveza y la bebo habitualmente, pero si tengo un problema con ella es cuando se acaba y tengo que salir a comprar más (las compras en casa son cosa mía, soy un hombre moderno que lo mismo plancha un huevo que fríe una camiseta), nunca he caído en ninguna espiral de autodestrucción ni me creo las tonterías de la vida bohemia.P.- Tu novela me ha recordado a la película El autor, de Manuel Martín Cuenca, y a la obra de El año sin verano, de Carlos del Amor. ¿Te has influido de esta u otras referencias culturales para escribir la novela?
P.- Vamos a cerrar los ojos, ¿cómo te imaginas la literatura en España en 100 años?, ¿qué géneros crees que primarían?, ¿cómo serían las presentaciones de libros, por ejemplo?
R.- Soy de la opinión de que el papel será como el vinilo, solo para coleccionistas. Eso sí, falta mucho para ello. No creo que lo vean mis ojos. Leer en papel está de capa caída, ahora lo que se lleva es gastarse la pasta en un móvil chulo… el mío da vergüenza, está lleno de golpes por caídas y mal genio, pero no lo cambio porque me da pereza andar pasando los contactos… vamos, que no sé hacerlo y me quedo con lo viejo. La tecnología y yo mantenemos una relación de respeto mutuo: ella no me cabrea y yo no la golpeo. Soy de no cambiar, por eso llevo desde hace veinte años con la misma pareja y sigo pensando que el papel es lo único que tiene valor en la literatura.Los géneros siempre van por modas. Eso va y viene dependiendo de unos factores que a mí me suenan a convertir el carbón en oro. Nunca he entendido sobre modas y me moriré sin entenderlas. Y las presentaciones, ¿habrá presentaciones dentro de cien años? Yo diría que no, pero bueno, me puedo equivocar, me sucede muy a menudo.P.- Cuéntanos cuáles están siendo tus novelas del verano.R.- Estoy con el poemario de La palabra empeñada de Carlos Balacera y con Horas salvajes de Jordi Sierra i Fabra. Además de con mis cosas, afinando las últimas correcciones de varias novelas, pues lo que será mi undécima novela publicada, Las mejores personas de Jersey, tiene que salir en octubre o noviembre, eso reza el contrato que he firmado con otra editorial de Madrid… otra más a la colección… madre mía, si tuviese la misma promiscuidad sexual que editorial, ni Rocco Siffredi me hacía sombra. Pero no, firmar con muchas editoriales no es bueno, es síntoma de que algo no funciona, vamos a llamarlo ventas. Yo llevo seis editoriales en seis años de publicación, así que espero encontrar un hogar estable, me vale uno humilde, pero a ser posible sin goteras.Mil gracias por esta entrevista, así al menos se sabe que el hijo de un minero, picador para más señas, que trabajó en el pozo Ibarra, de Ciñera de Gordón, anda dando guerra con las letras. Que no es poco, aunque tampoco mucho.
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ENLACES DE INTERÉS
-Entrevista a Arcadio por su novela El cineasta (19/7/2017)-Entrevista a Arcadio por su novela Alderny, la isla del silencio (25/5/2018).
-Entrevista a Arcadio por su novela Enfrentados (13/2/2019).
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