El pasado día 21 leía en El País Semanal, el suplemento dominical de El País, un interesante reportaje de Gabriela Cañas, titulado "Los justicieros del mundo", sobre algunos de los dieciocho jueces que conforman la Corte Penal Internacional con sede en La Haya (Países Bajos). Me gustó. Y me llamó poderosamente la atención la seriedad y confianza con que afrontan su misión, la de poner en la medida de lo posible coto a la impunidad conque muchos gobiernos se pasan por la entrepierna el Derecho, no sólo el Internacional, en materia de Derechos Humanos. Entre ellos, por supuesto, están todos los poderosos: Estados Unidos, Rusia, China, India.., y algunos no tan poderosos, pero si lo bastante como para sojuzgar impunemente a sus ciudadanos y cometer toda clase de tropelías con ellos y sobre ellos. Antes de leerlo no es que tuviera mucha confianza en la Justicia, a decir verdad, muy poca. En la española, nula, cero absoluto. En la del Tribunal de Justicia Europeo, un poco más. En la de la Corte Penal Internacional, hay que reconocer que se la está ganando a pulso...
Por parte del PP, un partido meapilas y reaccionario, me parece normal la decisión; por parte del PSOE, al que comienzan a sobrarle muchas letras de sus siglas, no le encuentro ninguna justificación. Allá ellos. Supongo que es una forma como otra cualquiera, aunque chapucera, de quitarse de encima los problemas diplomáticos que unos cuantos jueces españoles tocapelotas le estaban creando a nuestro ministerio de Exteriores. Es una auténtica lástima. "Un día de luto", titula su comunicado Amnistía Internacional. Yo también pienso que lo es: ¿Requiescat in pace por la jurisdicción universal de la Justicia?, en España parece ser que sí. Sean felices. Tamaragua, amigos. HArendt