Revista Cultura y Ocio

Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
En Arcos de las Salinas huele a tierra mojada. Se va despertando la primavera. Corretea alegre el río Arcos y su pueblo. Un cálido sol reverbera en los prados verdes. En la cima del pico Javalambre aún brilla la nieve. La lluvia caída días antes ha hecho renacer la naturaleza. Un placer para los sentidos este pequeño sendero que no abandona a su río. Y al final, una caudalosa cascada nos avisa de su presencia con un estruendo alegre varios metros antes de llegar a ella.
 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del JavalambreNos encontramos en Teruel, entre territorios fronterizos con Valencia. Íbamos con la vista puesta en la sierra de Javalambre. Pero una luz especial, un riachuelo, su puente y un pueblo encaramado en una colina nos han atraído lo suficiente para hacer una parada. Y hemos descubierto un bellísimo sendero al lado del río Arcos.
 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre


Los carteles de madera nos llevan hasta una pequeña ermita muy característica de esta zona de Teruel. Se llama San Roque. Y desde ella parten varios pequeños recorridos. 

 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre


Cruzamos el puente de piedra y comenzamos el sendero al lado del río Arcos. Unos pasos tranquilos que nos obligarán a cruzar varias veces el río para cambiar de cauce. Y cuando andamos por su orilla derecha podemos ver la montaña estratificada y con altas paredes. Nervioso el sendero zigzaguea entre los verdes pastos y los terruños sin cultivar aún. Cada vez que cruzamos a la otra orilla el paisaje nos sorprende. Los árboles desnudos aún no han vertido toda su magia en algunos de sus rincones, pero son de tal magnitud que los adivinamos muy frondosos y frescos en el verano y coloristas y aromáticos en el otoño.

 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre

 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre

Sendero que se divierte con puentes de madera para sortear algún riachuelo que baja de la montaña. 
 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre


Escuchamos balar a las ovejas. Alguien golpea en la tierra. El valle comienza a estrecharse. Y ante nuestra mirada de asombro aparecen las ovejas desplegadas casi por toda la loma de la montaña. Corretean, suben, saltan, descienden. Y el pastor detrás de ellas. El labrador que se afana por sembrar ajos y cebollas nos comenta que ese rebaño tiene unas ochocientas ovejas. Entre ellas, solo hay dos cabras.

 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre

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Huele a tierra mojada. Y suena el estruendo del agua. El sendero se va encajonando. Seguimos al lado del río Arcos. Una explanada con algunos bancos de madera nos advierte que estamos llegando. Y allí, donde el sendero desaparece, aparece una pequeña cascada. No es muy alta, pero lleva muchísimo caudal y crea un rincón bellísimo para contemplar.

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Relajada la mente y abiertos los sentidos seguimos hacia la fuente de los Baños. Se encuentra a pocos metros de la cascada, en la pista que lleva al nacimiento del Río Arcos, otro de los senderos de Javalambre.Mana agua muy fría y con un sabor muy extraño. Peculiar. Es dura, rica en magnesio y calcio. 

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Esta fuente tuvo gran tradición por tener propiedades curativas. Los habitantes de los alrededores se trasladaban para curar sus dolencias. Cuentan que peregrinaban hasta la fuente para cumplir el ritual de los nueve días en los que debían beber, en ayunas, un vaso de esta agua.Los rayos de sol se van retirando hacia Arcos de las Salinas y decidimos regresar. Ahora, el color de la naturaleza es diferente. Tiene otro tono. Volvemos a ver a sierra de Javalambre, el pico más alto de Teruel. Unas montañas redondeadas y un vértice geodésico que marca la mayor altitud. Arriba, en la cumbre, una caseta de piedra guarda una hornacina de cemento. Cuentan que alberga la imagen de la Virgen del Rosario traída por los propios montañeros a hombros desde Teruel en agradecimiento por haberles salvado la vida en una terrible ventisca.

 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre


Nuestro acompañante, el río Arcos, nace en la sierra de Javalambre. Entre barrancos, prados y cultivos, cambia de dirección y se torna encajonado en un cañón calizo de doscientos metros de profundidad. Su corriente continua incansable y en pendiente hasta encontrarse con el río Turia. En Arcos de las Salinas existió un poblado íbero y un asentamiento romano. Su nombre tuvo origen en las aguas que brotaban en un paraje donde extraían sal para distribuir en Teruel durante la Alta Edad Media. Tal fue la explotación que fueron consideradas entre las ocho salinas más importantes de la Península. La sal fue considerada como el oro blanco de la antigüedad y como moneda de cambio. Y no dejaron de funcionar hasta finales del siglo XX.

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Entramos al pequeño pueblo por una de las puertas que quedan de aquel recinto amurallado. La puerta de San Roque nos interna en el Arrabal. Calles muy estrechas y empinadas. Casas apiñadas, tanto, que algunos aleros de madera casi se rozan. Sus callejuelas nos llevan hacia varios miradores.

 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre
En lo más alto, y subida en una pequeña plaza nos encontramos con la iglesia de la Inmaculada. Un templo que fue incendiado casi en su totalidad durante las guerras carlistas.

 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre

 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre

Comenzamos a descender hacia el otro portal que, en fuerte desnivel, nos vuelve a dejar en las afueras del pueblo.

 Arcos de las Salinas y su sendero fluvial a los pies del Javalambre
Y buscamos la presencia del Javalambre y su nieve donde están las pistas de esquí, balnearios, empresas de actividades en la naturaleza, pistas de BTT, recogida de trufas, de setas de cardo, de rebollones...Si te interesa, te dejo aquí las coordenadas de la ruta más extensa, la que sigue hacia el propio nacimiento del río Arcos. Los dos primeros kilómetros pertenecen a esta senda fluvial. 
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