Breve parada en mi camino para visitar en Ardénica la iglesia de Santa María (Siglo XVIII), célebre en gran medida por ser en este recinto sagrado y recoleto donde contrajera nupcias nuestro ya archiconocido héroe albanés, Skanderberg.
Aunque algo apegada a las sombras, no es ello óbice para que el buen observador aprecie y repare en la belleza de los fascinantes iconos que inmortalizaran Kostandin y Athanas Zografi en las paredes. Forma parte del monasterio bizantino (1200) anejo, donde actualmente viven algunos monjes. Las fantásticas pinturas que encontramos son obra de los hermanos Zografi, y para su confección sólo utilizaron materias primas naturales, exentas de elementos químicos.
Una mención honorífica merece mi siguiente etapa en Apollonia. La ciudad helena dedicada al dios Apolo allá por el siglo VI a.c, prístina colonia corintia en el 600 a.c, es el centro arqueológico más importante del país. Me hallo en un paisaje bucólico de suaves y tersas colinas y llanuras verdes. He dejado atrás campos de cultivo y valles imperturbables y una carretera angosta y llena de baches. Merece la pena visitar el museo para sumergirnos en la historia de este otrora importantísimo puerto marítimo y acercarnos así a la memoria ancestral de la Edad del Bronce: vasijas, ánforas, esculturas, etc.
Volviendo a la grandeza de Apollonia, sin duda quedaremos atrapados entre los fustes y capiteles magníficos que aparecen como una revelación al aproximarnos a la silueta soberbia del bouleuterión (Siglo II d.c), que cumplía funciones administrativas en tiempos del emperador Augusto, quien otorgara a Apollonia la prebenda de ciudad libre e inmune; o sea, exenta de pagar impuestos.