Si añadimos el hecho de que en esta última semana haya habido un anticiclón, con ese sol tan brillante y temperaturas suaves, pues nos hace mas duro la vuelta a la realidad al día de hoy de nuevo con grados bajo cero...
Pero los rosales están despertando de nuevo, es un hecho y no hay vuelta atrás, algunos ni siquera han perdido la hoja,
otros nuevos salen con fuerza y determinación
y algunos ya asentados se mezclan con los antiguos bulbos que año tras año salen sin mas
Mi miedo es que se chamusquen esos tiernos brotes que ya asoman al granizo, viento y lluvia helada.
Y temo especialmente por ese ejemplar que tanto trabajo me ha dado, el ya archinombrado (por mi) Crepúscule, -se diría que no tengo otro rosal-.
Bueno, unas fotos lo ilustran con bastante claridad, el antes y el después en su cuarto año de vida conmigo.
Nunca pude imaginar que se haría tan grande, esta primavera el lilo que había entre el y el celindo no lució nada, pues quedaba eclipsado y oculto entre ambas plantas por lo que tomé la decisión de prescindir de él, y fue lo primero que hice, sacarlo, con el consiguiente lio que supone no sólo sacar el arbol en cuestión, si no también el batiburrillo de plantas que habían alrededor...
Por su puesto, quitar la pantalla de caña cortando el mínimo de ramas-guia fue otra de las odiseas pues habían muchas no, muchísimas que se mudaron al jardín común dónde lucian espléndidas ellas....
Me pregunto si volver a ponerle la pantalla de caña, al menos, hasta que pasen estos fríos.
Pero finalmente tras muchos arañazos, cortes, suspiros y malabarismos consegui dejarlo mas o menos adecentado.
Por lo pronto, al día de hoy ya me muestra sus originales y prometedores colores en los brotes.
"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.