Arenas, esa punta del iceberg

Publicado el 07 enero 2010 por Pirrimarzon

Hace unos días saltaba la noticia del altercado producido en el vestuario de los Wizards, en el que Gilbert Arenas y Javaris Crittenton llegaron a apuntarse con sus pistolas por una discusión por deudas en el juego. O al menos eso es lo que se ha comentado en el rondillo periodístico. Llevarnos las manos a la cabeza y condenar las actuaciones de ambos jugadores es algo de lógica, o eso pensaba yo.


Ayer escribía Pete Mickeal, alero del Regal Barcelona y ex-jugador de la NBA, entre otras cosas sobre el incidente de Arenas y Crittenton. Explicaba Pete que su hermano fue víctima de un tiroteo cuando él era joven. La pérdida de un ser tan cercano, sin embargo, no ha hecho mella en el azulgrana para seguir pensando que si una persona está autorizada a llevar un arma y tiene licencia para portarla, está en su derecho. Hay un aspecto en el que Pete no repara. ¿Cuál es el tipo de condicionante por el cual una persona que no se dedica a un trabajo relacionado con las armas pueda llevarlas? Es decir, ¿quién decide qué personas pueden o no llevarlas?


No tengo los datos a mano, pero escuché en las noticias hace varios días que existen en Estados Unidos casi tantas armas legalizadas como habitantes. O la afición a la caza es descomunal en el país de las 50 estrellas, o ese dato hace cantar la gallina: ¿cómo es posible que sea tan fácil conseguir una licencia de una arma de fuego para una persona que no se dedica a una profesión que depende de ello? Un arma es una responsabilidad ante todo, y allí eso da lo mismo. Mientras paguen la cuota...


David Stern ha suspendido de empleo y sueldo a Arenas mientras no se esclarezcan las circunstancias del famoso altercado. Medida aleccionadora y ejemplarizante, que sienta precedente y que salpica a la flor y nata de la élite NBA. Claro que, en teoría, si ambos jugadores hubiesen mantenido bajo custodia en todo momento sus armas, no habrían incurrido en delito alguno, con todas las comillas que merezca esa afirmación. Cuestiones burocráticas aparte, lo que no observo es ningún propósito de enmienda de una situación que se me antoja determinante: es el propio consejo de seguridad o el organismo competente el que debe evitar dar licencias al libre albedrío. Desconozco la manera de proceder en ese caso y los trámites jurídicos necesarios, pero los hechos han demostrado que la sociedad americana no es más segura por el hecho de llevar armada hasta la dentadura postiza.

Sentido común, en las personas y en los organismos. ¿Es pedir mucho?