Aretha Franklin: La Reina del soul nos deja huérfanos

La cantante ha fallecido a los 76 años en Detroit

[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo“Ser cantante es un don natural. Significa que estoy utilizando en el mayor grado posible el don que Dios me dio para usar. Estoy feliz con eso”. El canto, Dios, el don y la felicidad, estos cuatro conceptos parecen resumir todo lo que el alma (el soul) de Aretha Franklin nos brindó durante décadas de oro.La Reina nos dejó, a destiempo, como suele pasar con los genios, quienes hasta para despedirse tienen su propio código del adiós. Aretha Louise Franklin dio el primer do de pecho en la disminuida Memphis de 1942, hija del predicador Clarence LeVaughn Franklin, pero echó sus raíces en la floreciente Detroit que hoy le llora.En la New Bethel Baptist Church la niña Aretha se inició en su gran amor, el gospel, el cual derivaría en un creciente apego por aquel soul seminal que le tuvo como su máxima exponente. Atlantic Records le firmó rápido y bien, poniendo a su vera al gran Jerry Wexler para que le acompañara artísticamente en un viaje pasional por los recodos y pulsaciones de la música negra.Aretha, la grande, la insustituible, sufría desde 2010 de cáncer de pancreas, a pesar de lo cual se mantuvo en activo todo lo su cuerpo soportó, hasta que el año pasado anunciara su retiro parcial, reservándose para ocasiones señaladas, pero ya ni eso dependía de su férrea voluntad. Se le vio por última vez sobre le escenario  el pasado noviembre, en Nueva York, con motivo del 25 aniversario de la fundación contra el Sida de Elton John. Desde ese momento empezaron a volar las cábalas sobre su estado vital hasta que hoy el cáncer lamentablemente cerró el círculo. Aretha falleció en paz rodeada de su gente en Detroit y con ella se apaga la última llama de la edad de oro de la música negra de los Estados Unidos. Su cuerpo nos deja, su legado crece y su sombra se alarga hacia una inmortalidad que ya había ganado en vida. Se resiente el alma del mundo sin el soul de nuestra Aretha.
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