Poco cambió, la deuda sigue siendo la misma y el futuro huele a incertidumbre. Argentina empató sin goles en el clásico ante Inglaterra y aunque se acercó a la próxima fase, el juego asociado no aparece y las individuales parecen ser lo único capaz de hacer sobrevivir a este sub 20.
Que lejos quedaron aquellos equipos de José Pekerman y Hugo Tocalli que brillaban, eran vistosos y respetaban el estilo argentino. Eran verdaderos conjuntos con vocación ofensiva, contrariamente a éste de Walter Perazzo, miedoso, timorato y especulador.
El entrenador se dio cuenta y puso a Juan Manuel Iturbe de titular para darle más compañía a Lamela y Ferreyra, pero la intención quedó solo en eso. El comienzo del encuentro ilusionó con la posesión de la pelota, pero rápidamente el equipo se tiró atrás y le cedió la iniciativa a un conjunto inglés ordenado, pero con escaso talento en sus filas.
Argentina no brilla, ni siquiera juega bien, cada tanto da varios pases seguidos, pero no es lo habitual. El mayor peligro lo crea con algún arresto individual, poco juego en equipo, poco toque, poca movilidad para ofrecerse como receptores de pase.
Perazzo ayuda poco. El primer cambio que realiza es a los 14 minutos del segundo tiempo para hacer ingresar a un volante central raspador como Laba y sacar a un delantero goleador como Ferreyra. Poca ambición, mucho conformismo.
El arquero y la defensa responden, especialmente los dos marcadores centrales de River. La valla invicta es el ítem para rescatar, pero sabe a poco, porque técnica hay, pero las ideas de juego son las que escasean. ¿Tendrá tanto miedo de perder su puesto el entrenador con todo este lío que hay en el predio de Ezeiza? ¿Será esa presión la causa de sus decisiones? Se viene Corea, una linda prueba para volver a ser, al menos para intentarlo..