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Por Paula Soler
Tuberculosis, dengue, Chagas y malaria son algunas de las llamadas enfermedades olvidadas, que atacan con más fuerza a las poblaciones más vulnerables.
"Vi una película de esas viejas el otro día..., de gente con galera que viajaba en carruajes. La chica tenía tuberculosis..., lo que yo tengo. Me dicen que antes no tenía cura y ahora sí. No me acuerdo si me dieron la BCG de chiquito. Es mi culpa no acordarme, es mi culpa haberme enfermado, es mi culpa que mi hija deje la secundaria y ayude a su madre a parar la olla en la casa..., es mi culpa", dice Carlos Maldonado, que vive en la zona de Retiro, que hace poco trabajaba en un taller cosiendo zapatillas y que no para de toser.
La enfermedad que tiene Carlos es prevenible. Es la que tienen muchos en este país y el resto del mundo. Es una de las llamadas enfermedades olvidadas, emergentes o reemergentes, o de aquel grupo de dolencias que son curables y que no deberían de existir, pero en el mundo matan a 8000 personas por día, según un informe de Médicos Sin Fronteras (MSF).
"Malaria, tuberculosis, dengue, Chagas, leishmaniasis y leptospirosis son parte de un conjunto de enfermedades infecciosas que afectan a poblaciones más vulnerables económica, sanitaria y socialmente, y que no son atractivas para que las empresas privadas inviertan en desarrollo e investigación de tratamientos", explica la licenciada Sonia Tarragona, directora general de la Fundación Mundo Sano, que trabaja con esas poblaciones.
Por ejemplo, la tuberculosis (TBC) es una de las enfermedades que preocupan en el país, ya que la cobertura de la BCG - la vacuna que la previene y se da a los niños al nacer - se redujo en 2008 en relación al año anterior, según últimos datos disponibles del Departamento de Inmunizaciones de la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación.
"Las cuatro vacunas más importantes del calendario -la BCG, 1ª dosis Triple Viral, 4ª dosis de Sabín y 4ª dosis de Cuádruple- no llegan al 95%", afirma la doctora Zulma Ortiz, de Unicef.
"Durante el año existen cerca de mil casos de tuberculosis en la primera infancia que podrían evitarse. Dentro de estos casos, un 10% son de meningitis tuberculosa, una forma muy grave que se entiende como una falla en el sistema que hace que la detección y el tratamiento de la patología no sean efectivos", replica la especialista en salud.
La responsabilidad de prevenir esta enfermedad en la primera infancia está en manos de los mayores, que suelen ser los que tienen tuberculosis y viven en condiciones de hacinamiento con los menores.
"Hay 12.000 casos nuevos de tuberculosis todos los años y no logramos reducir la incidencia. A esto se le agrega que la enfermedad en niños es un problema invisibilizado porque su diagnóstico no es esperable y es muy bajo", explica Ortiz.
Un diagnóstico temprano
Uno de los factores que contribuyen al aumento de los casos de este tipo de enfermedades que hoy tienen diagnóstico y tratamiento, es que como no son esperables, no se las consideran a la hora de diagnosticar a los pacientes.
De eso sabe Brenda Gómez, estudiante de Medicina, que luego de darse cuenta de que su tos y cansancio crónicos no eran normales, decidió consultar con un profesional. Pasó por 17 médicos antes de dar con el que finalmente le diagnosticó TBC.
"Me invadió el temor por no saber contra qué estaba luchando, aun con materias aprobadas en la Facultad, como si eso pudiera evitar que me enfermara. Pero también sentía un profundo dolor por haber expuesto a tantos seres queridos que tuvieron contacto conmigo, sin poder evitarlo", cuenta Brenda, en una carta que envió al Instituto de Investigaciones Epidemiológicas, donde trabaja la doctora Ortiz.
Su caso indica que estas enfermedades invisibles llegan a toda la población. Ante este panorama, Ortiz sintetiza: "Estas enfermedades son curables, lo que significa que van a existir siempre. Nuestra apuesta es que sean erradicables, que es un desafío mayor".
Contra el Chagas
"Las personas que padecen Chagas, malaria o dengue no tienen capacidad de generar presión ni política ni económica, porque prácticamente no tienen recursos y están invisibilizados", cuenta el doctor Jorge De All, de la ONG Cuerpo y Alma, que trabaja con poblaciones en riesgo del norte del país.
"Partamos de la base de que en la Argentina hay 8 millones de personas sin acceso al agua potable, lo que conlleva a numerosas enfermedades, porque además son reservorios de vectores", explica De All.
Cuerpo y Alma se especializa en la problemática del mal de Chagas, y centra su trabajo en la atención médica y de educación para la salud para aportar herramientas de desarrollo social. Este modelo suele ser muy efectivo para atacar este tipo de dolencias que son prevenibles.
El Chagas está relacionado directamente con la condición de las viviendas. Por eso esta organización trabaja con la ONG Un Techo para mi País, para erradicar los ranchos de adobe y paja, ámbito óptimo de la vinchuca, vector de este mal.
Otra entidad que trabaja con el Chagas es Mundo Sano, quien realiza campañas de detección y prevención de esta enfermedad en la provincia y en la ciudad de Buenos Aires.
"En tres escuelas de las afueras de La Plata encontramos cinco chicos positivos (niños menores de 15 años que si se tratan se curan) y 25 madres enfermas de Chagas", cuenta Tarragona de esa ONG, como para sólo dar una muestra de la importancia de esa enfermedad reemergente que en los 90 había sido desterrada.
El diagnóstico temprano de esta enfermedad también es importante, ya que no tiene síntomas y si es tratada en menores de 15 años es curable.
Otra enfermedad en la mira de los epidemiólogos es el sida infantil, que también es curable si se trata a la madre desde el embarazo y al bebe tempranamente al nacer.
Santiago y Tamara tienen 8 y 2 años, y tienen VIH positivo. Se contagiaron debido a que su madre no pasó por los controles prenatales debidos, lo que hubiera ayudado para evitar que ellos, al nacer, se contagien.
"Ahora espero otro bebe, pero ya sé que lo puedo curar antes de que nazca, antes no lo sabía, porque no sabía que estaba enferma", cuenta Soledad, de 29 años, que viaja tres días a la semana desde el conurbano bonaerense al hospital Muñiz para atender a sus hijos.
Carlos y Soledad no sólo comparten el padecer una enfermedad, sino también,la culpa de haberla contraído. "No es culpa de la gente. Las personas que padecen estas enfermedades no tienen altos recursos económicos como para perder un día de trabajo para ir a tratarse. El sistema de salud es el que de alguna manera falla, y el de las empresas también", explica Ortiz.
Ellos, como el resto de las personas infectadas, son testimonios vivos de la falta de políticas públicas de largo plazo aplicadas a prevenir muertes evitables.
COMO COLABORAR
Cuerpo y Alma: http://www.cuerpoyalma.org.ar/
Mundo Sano: http://www.mundosano.org/
Unicef Argentina: www.unicef.org/argentina/espanol
Fuente: lanacion.com.ar