Definitivamente si Argentina consigue encarar sus encuentros como lo hizo en los 45 minutos iniciales, el futuro tendrá muchas alegrías. Porque allí se vio lo mejor del conjunto de Sergio Batista. De hecho, lo mejor desde hace tiempo. El trabajo de Lionel Messi fue extraordinario. Jugando y haciendo jugar. Decidido en la gambeta, abrió juego a las bandas, se juntó con Ángel Di Maria y con Ezequiel Lavezzi en varias oportunidades y desparramó rivales por doquier.
En el primer tiempo se vio un equipo compacto, con poca distancia entre la línea defensiva y la de ataque. También mucha movilidad entre los 3 delanteros. Con la suficiente idoneidad como para rendir de la misma manera tanto por derecha como por izquierda o el medio. A su vez, estuvieron bien acompañados por los mediocampistas. Más que nada por Esteban Cambiasso, un jugador que le encanta pisar el área rival. Y en menor medida por Ever Banega. Javier Zanetti y Marco Rojo también se mostraron como opciones viables de pase. Quizá lo único que le faltó al equipo fueron uno o dos jugadores que picaran libres al vació. Hecho común en el Barcelona (con Alves o Pedro) y que le da constantemente rédito ante la precisión en los pases de jugadores como Xavi o Iniesta.
Tal vez la característica que mejor copió Argentina del equipo español fue la de recuperar con velocidad la pelota. Los jugadores estadounidenses no lograron completar más de 5 o 6 pases seguidos. Basado en esto y en la posesión del balón, el seleccionado nacional se juntó, trianguló y tuvo varias opciones de gol. Más que nada con Di Maria y Messi.
De hecho, el gol de Cambiasso llegó tras una pared entre Lavezzi y el propio delantero del Barcelona; que fue hasta el fondo, tiró el centro y después de varios rebotes, el “Cuchu” definió.
El hecho de no haber podido plasmar en el resultado lo conseguido en cancha influyó para segundo tiempo. Porque los jugadores argentinos habían realizado un desgaste físico importante y apenas estaban un gol arriba. A los 13 minutos, tras un mal rebote de Mariano Andujar, fue el delantero de origen colombiano, Juan Agudelo, quien aprovechó para anotar. A partir de allí, Argentina mermó en su nivel y Estados Unidos, que hoy fue un equipo tímido, apenas pudo controlar el partido.
Sin embargo, más allá del resultado final, genera ilusión el desempeño del seleccionado nacional. Un sentimiento que, es cierto, se produce ante cada nuevo entrenador. Pero este equipo demostró, frente a un rival nada despreciable, que puede y tiene con que jugar. Sabe a qué y cómo hacerlo. Por más de que se pueda compartir o no la idea.
Definitivamente es el momento de aprovechar a Messi, que está imparable, que juega y hace jugar. Hay que aprovechar a los volantes, que cada día se afianzan más en sus puestos, como también Di María. Tal vez, el déficit más grande está en el arco donde Batista todavía no encontró un dueño indiscutido. Aunque aseguró su gusto por Juan Pablo Carrizo, probablemente, el arquero argentino de mejor presente.
Lejos del análisis, y con respecto a su próxima presentación, Argentina se enfrentará el martes desde las 23 a Costa Rica (dirigido por Ricardo La Volpe), en la ciudad de San José en el marco del segundo partido del nuevo estadio, apodado “La tacita de oro”.