Diseño de Matvey Andreevhich Shiskov (1832-1897) para la escena en el Monasterio de Novodievichy de Boris Godunov (1874)
Dada la cantidad de intervenciones solistas destacables en "Boris Godunov", sobre todo los monólogos del protagonista, puede que alguno se sorprenda de la elección de hoy. En el Primer Acto hay una intervención que me encanta, y nunca mejor dicho, porque cada vez que la oigo me siento como transportado a otro Universo por las cuerdas de la orquesta, y se me va el pensamiento al Parsifal de Wagner -que es orquestalmente mucho más denso-, con esto no quiero insinuar ninguna influencia de Mussorgsky en Wagner ni nada por el estilo, es una sensación subjetiva, además dudo mucho que el alemán conociera la música escrita por el ruso mientras estaba componiendo Parsifal, lo que no cabe duda es de que el ruso seguro que conocía la música de Wagner, con esto tampoco quiero insinuar nada, debe ser una de esas extrañas coincidencias que se dan en el mundo de la música, o quizás ni eso. Cuando escuchamos música en casa no siempre estamos con una reciptividad del 100%, hay muchas interferencias, no nos encontramos en una sala oscura en la que sólo te puede molestar el caramelo, la conversación o la tos del vecino, y en esa situación en la que la atención está muy disminuida suele haber determinados momentos que nos reconducen a lo que está sonando, y eso es precisamente lo que ocurre cuando llega este fragmento, inmediatamente capta mi atención y es algo que siempre ocurre, algo tendrá pues esta pequeña intervención del Secretario de la Duma de Boyardos.
Se trata de la intervención de Andrei Shchelkalov, un personaje que realmente es histórico. El Secretario sale al patio del Monasterio de Novodievichy, donde se ha congregado un grupo de ciudadanos con una finalidad que me es extraña pues no parece que estén ahí por propia voluntad, el zar ha muerto y hay que buscar un sucesor, el pueblo es obligado a rogar al boyardo Boris Godunov para que acepte la corona, está oscureciendo y, socorrido por un guardia que hace callar a la multitud, el barítono se dirige a ésta con las siguientes palabras:
¡Hombres de bien!
El boyardo esta sordo a las súplicas
del consejo de boyardos y del Patriarca.
¡No quiere ni oír hablar de subir al trono!
¡Ay de Rusia, ay de Rusia para siempre!
La Tierra gime sumida en desorden.
Rezad a Dios con todas vuestras fuerzas
y Él enviará consuelo a esta Rusia afligida.
¡Que la luz divina ilumine a Boris!...
Interior del Monasterio de Novodievichy
Se trata de un arioso que en la partitura se marca como andante y que tiene un marcado carácter doliente y solemne, volviéndose más enérgico -intervención de la percusión- con la mención de Rusia y sus desórdenes, por el contrario se vuelve más lírico con la mención a Dios y el deseo de que la luz celestial ilumine a Boris. Esta referencia a lo divino enlaza magistralmente con la llegada de los peregrinos dirigiéndose al interior del monasterio, primero se escuchan desde fuera de escena, cruzan exhibiendo iconos, repartiendo amuletos e invitando al resto del pueblo a seguir rogando por la aceptación de Boris ("¡Marchad al encuentro del zar!") hasta que entran en el interior del monasterio y se extingue su canto, he pensado en incluir también este coro: