Símbolo de River. Ariel Ortega cumple 38 años.
El Burrito llegó a las 38 velitas y aún festeja dentro de una cancha. Hoy está alejado de los principales flashes jugando en Defensores de Belgrano, club de la Primera B Metropolitana. Sin embargo, su gambeta característica sigue vigente. Esa misma que lo hizo convertir en uno de los máximos ídolos de la historia de River Plate.
Ortega es de esos jugadores que supieron deleitar a todos los futboleros que tuvieron el honor de ver su juego. El jujeño dejó una huella imborrable y eterna en el club de Núñez, y también marcó una época en la selección argentina, con la 10 en la espalda, heredando ese número de un tal Diego Armando Maradona.
Fueron muchos años con la Albiceleste. Su primer Mundial le llegó en 1994, cuando el Coco Basile lo convocó con tan solo 20 años para disputar la cita mundialista de Estados Unidos. Cuando ocurrió el famoso doping de Diego, fue él quien entró para suplantar la ausencia del Diez. También fue parte de Francia 1998. Ahí se vio la mejor versión del Chango de Jujuy. Una cintura endiablada y una habilidad espectacular que lo posicionaba entre los mejores jugadores del mundo de aquella época. Marcó dos goles en la fase de grupos ante Jamaica, habilitó de manera brillante a Mauricio Pineda ante Croacia, y jugó en alto nivel ante Inglaterra, como aquel partido lo ameritaba para luego terminar pasando por penales. La mancha de ese Mundial fue el cabezazo a Edwin Van der Ser ante Holanda en los cuartos de final. Sin embargo, Ariel terminó siendo de los mejores del plantel Albiceleste.
Uno de sus goles a Jamaica
Siguió formando parte del seleccionado. Su nivel lo justificaba. Por lo tanto, Marcelo Bielsa lo citó para Corea-Japón 2002, en lo que fue su tercer y último Mundial. Lamentablemente, al equipo no le fue y quedó eliminado sorprendentemente en primera ronda. En ese torneo se cumplió el ciclo del Burrito con la selección, más allá que luego haya jugado algunos amistosos más. Después de muchos años, en 2010, Maradona, como DT de la Argentina, le volvió a dar la chance a Ortega de vestir otra vez la celeste y blanca, en un amistoso ante Haití disputado en Cutral Có, Neuquén, con jugadores del medio local. Fue una especie de homenaje hacia un jugador que supo honrar dicha camiseta.
Lógicamente, lo mejor del Burrito se vio con la banda roja sobre su piel. Siete títulos desde su debut en 1991 hasta 2011, cuando culminó su cuarto ciclo en el club. Entre los más importantes, se destaca la Copa Libertadores de 1996, siendo pieza clave de un Dream Team que conformaban Enzo Francescoli, Hernán Crespo, Matías Almeyda, Germán Burgos, entre otros. Aquel equipo de Ramón Díaz escribió una de las épocas doradas de la institución riverplatense, con Ortega como abanderado. Tras su primer paso en River, el jujeño emigró a Europa, para jugar en Valencia, y luego en Italia pasando por la Sampdoria y el Parma. En el año 2000, vuelve al club de sus amores en el famoso equipo de los “Cuatro Fantásticos” junto a Pablo Aimar, Javier Saviola, y Juan Pablo Angel. Consiguió un nuevo título en el Clausura 2002, junto a otras figuras como Fernando Cavenaghi, Andrés D’alessandro, Esteban Cambiasso, y Eduardo Coudet. Luego, se volvió a marchar para jugar en el Fenerbahce de Turquía. Quizás la peor decisión de su carrera…
En dicho país no la pasó nada bien y terminó regresando antes de que culminara su contrato. Obviamente, desde Europa no se la hicieron fácil y estuvo todo el 2003 inhabilitado para jugar. En el 2004, volvió al fútbol argentino para vestir la casaca de Newell’s Old Boys. Y Ortega fue otra vez campeón de la mano del Tolo Gallego como entrenador. Durante su paso por la Lepra, enfrentó tres veces al Millonario y en todas les convirtió un gol. En el último, se sacó la camiseta y le hizo un gesto a la hinchada en alusión a los dirigentes para que compren su pase.
Su ansiada vuelta a River se produjo a mediados de 2006, con Daniel Passarella como técnico, produciéndose su tercer ciclo con la camiseta que más ama. En el Clausura 2008, manejó los hilos del conjunto de Diego Simeone, que terminó quedándose con el título. Como reza una famosa frase: “Mi único héroe en este lío”. Ariel fue clave para que el club vuelva a ganar algo después de cuatro años. Antes de eso, también había jugado de manera brillante el Superclásico del Apertura 2007, convirtiendo un penal y tirándole un lujoso y recordado caño al defensor de Boca, Gabriel Paletta.
El caño a Paletta y su gol de penal a Boca
Después de eso, se inició una debacle que les dolió a todos. Algunos actos de indisciplina, incitados por su maldita adicción al alcohol, derivaron a que Simeone lo apartara del plantel y Ortega tuvo que irse a Independiente Rivadavia de Mendoza. Un año después, con Pipo Gorosito en el banco de suplentes, comenzó su cuarto ciclo en los Millonarios. Quizás el más pobre de todos desde los números y rendimiento. Aunque, como siempre, dejó marcadas algunas perlitas como un golazo a Chacarita con una de sus habituales vaselinas. Después de Gorosito, llegó Astrada, quien lo tuvo apartado un largo tiempo durante el Clausura 2010 por sus problemas personales. Con Angel Cappa, parecía encontrar nuevamente el rumbo, pero el DT fue despedido y con Jota Jota López se dio el final: Llegó tarde al primer entrenamiento de 2011, y el “soldadito de Passarella” lo terminó separando definitivamente. Fue el (muy) triste final de Ortega en River Plate. Como otros varios grandes ídolos, se terminó yendo por la puerta de atrás. Aunque el amor con los hinchas va a ser para siempre…
Durante ese año, Ortega pasó por All Boys durante el primer semestre, y a mitad de año se fue a jugar a Defensores de Belgrano cuando en River no lo dejaron volver tras el descenso. De hecho, Almeyda le ofreció ser su ayudante en el cuerpo técnico, pero él quería seguir jugando. Las vueltas de la vida decretaron que con el Dragón tenga que enfrentar a River como le había pasado con Newell’s. Fue por la Copa Argentina en la provincia de San Juan. El Millonarió ganó por 1 a 0 y el ‘10’ de Defensores no pudo sobresalir.
Allí se encuentra en la actualidad. A pesar que el presente de su equipo no es el mejor, el Burrito sigue brindando las últimas gambetas y goles de su gran trayectoria. Aún con 38 años sobre sus espaldas, la magia sigue intacta y aún no se apaga. Los hinchas de River sueñan con despedirlo en un merecido partido homenaje en el futuro, y así poder dedicarle a su símbolo el último “Orteeegaaa, Orteeegaaa…”.
Compilado de sus mejores goles y jugadas
Top 10 de sus goles
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