Hot fuzz (Edgar Wright, 2007. Gran Bretaña & Francia): convincente sátira del policial norteamericano de las últimas décadas (antes el mismo director se había cebado con el cine de zombies con Zombies party, y aquí vienen a la mente títulos como Harry el sucio, Contra el imperio de la droga, Arma letal y hasta Dos policías rebeldes, por no hablar de la infinidad de películas referenciadas en algún mínimo detalle, sin obviar, y saliéndonos del género, El hombre de mimbre, donde la premisa era parecida) en particular del subgénero buddy, firmado por uno de los grandes renovadores del cine británico de nuevo siglo. Pegg es uno de esos policías intachables, y precisamente por ser así de incorruptible y perfeccionista es ascendido y trasladado- más como castigo- de la enorme Londres a un tranquilo pueblo rural de la campiña, donde cada año se alzan con el premio a Localidad Más Segura de Inglaterra. Un film demencialmente divertido, que pasa de la comedia al film detectivesco para poner el colofón con unos tremendos 30 minutos finales de ininterrumpida y paródica acción, todo resuelto con un admirable y envidiable dinamismo.