Es evidente que cuando se estrenó esta película, los horrores de la Primera Guerra Mundial eran ya conocidos por el público en general. La genialidad de Chaplin consiste en mostrar la realidad de las trincheras desde un punto de vista cómico. Su personaje se presenta como un soldado extraordinariamente torpe al que se le salen muy bien las cosas cuando entra en combate. Además, se resigna a vivir situaciones incómodas - como dormir en una estancia inundada de agua - del modo más práctico posible. Película de una época de pioneros, en la que la consigna era sorprender al espectador a través de situaciones de aventura y riesgo en las que triunfa el protagonista actuando de la forma más inverosímil o absurda, como cuando se disfraza de árbol en una misión tras las líneas enemigas. No parece que la intención fuera criticar o denunciar un conflicto que acababa de terminar, con una cantidad de muertos y mutilados jamás conocida, sino sacar una sonrisa al espectador frente a tanta tragedia.