ARPANET y las redes alternativas: Los precursores olvidados de Internet

Publicado el 18 marzo 2024 por Lauratuero @incubaweb

Antes de que Internet se convirtiera en la red global que conocemos hoy en día, existieron varias redes experimentales que sentaron las bases para la comunicación digital moderna. Una de las más destacadas fue ARPANET, un proyecto financiado por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos que comenzó a finales de la década de 1960. Sin embargo, ARPANET no fue la única red de su tipo; hubo otras iniciativas menos conocidas pero igualmente importantes que contribuyeron al desarrollo de las tecnologías de redes.

ARPANET surgió como una respuesta a la necesidad de compartir recursos informáticos entre diferentes instituciones académicas y gubernamentales. En aquella época, las computadoras eran enormes, costosas y escasas, por lo que la idea de conectarlas a través de una red parecía una solución lógica. El proyecto fue liderado por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPA) del Departamento de Defensa, de ahí su nombre.

La primera conexión de ARPANET se estableció en 1969 entre la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y el Instituto de Investigación de Stanford (SRI). Poco a poco, más universidades y centros de investigación se unieron a la red, que llegó a contar con decenas de nodos en todo el país. ARPANET utilizaba la conmutación de paquetes, una técnica revolucionaria que permitía enviar datos fragmentados a través de diferentes rutas y reensamblarlos en su destino.

Pero ARPANET no fue la única red experimental de su época. En Europa, se desarrolló la red CYCLADES, que también empleaba la conmutación de paquetes y tenía como objetivo conectar diferentes centros de investigación en Francia. CYCLADES introdujo conceptos innovadores como la separación entre la red y los servicios, algo que hoy en día es fundamental en la arquitectura de Internet.

Otra red destacada fue la red NPL (National Physical Laboratory) en el Reino Unido, que comenzó a operar en 1968. NPL fue la primera red en utilizar la conmutación de paquetes y sirvió como banco de pruebas para muchas de las ideas que luego se aplicarían en ARPANET y otras redes.

En la Unión Soviética, se desarrolló la red OGAS (Sistema Automatizado de Gestión de la Economía Nacional), que tenía como objetivo interconectar los diferentes sectores de la economía soviética. Aunque OGAS nunca llegó a completarse debido a problemas políticos y técnicos, sentó las bases para el desarrollo de las redes informáticas en el bloque del Este.

Además de estas redes «oficiales», también existieron iniciativas más informales y descentralizadas. Una de ellas fue UUCP (Unix-to-Unix Copy), un protocolo que permitía intercambiar archivos y correo electrónico entre sistemas Unix a través de líneas telefónicas. UUCP dio lugar a Usenet, un sistema de grupos de noticias que se convirtió en uno de los principales medios de comunicación en línea antes de la World Wide Web.

Otra red alternativa fue FidoNet, creada por Tom Jennings en 1984. FidoNet era una red de computadoras personales que utilizaba líneas telefónicas y módems para intercambiar mensajes y archivos. Llegó a tener miles de nodos en todo el mundo y fue especialmente popular en países con acceso limitado a Internet.

Todas estas redes, tanto las oficiales como las alternativas, contribuyeron de una u otra forma al desarrollo de las tecnologías que hoy sustentan Internet. ARPANET, en particular, fue clave para establecer muchos de los protocolos y estándares que aún se utilizan, como el protocolo TCP/IP.

Sin embargo, es importante recordar que estas redes no surgieron de la nada. Fueron el resultado del trabajo y la visión de numerosos investigadores, ingenieros y entusiastas de la informática que creyeron en el potencial de las comunicaciones digitales. Nombres como Paul Baran, Donald Davies, Leonard Kleinrock o Louis Pouzin, entre otros, fueron fundamentales en la concepción y desarrollo de estas tecnologías.

A medida que Internet se ha ido consolidando como la red global por excelencia, el papel de estas redes pioneras ha ido quedando en un segundo plano. No obstante, su legado perdura en la forma en que nos comunicamos y compartimos información hoy en día. Sin ARPANET y las otras redes experimentales, es posible que Internet tal como lo conocemos no existiría o habría tomado un camino muy diferente.

En un mundo cada vez más interconectado, es importante recordar los orígenes de las tecnologías que damos por sentadas. Las redes alternativas y experimentales de las décadas de 1960 y 1970 nos recuerdan que la innovación no siempre sigue un camino recto y que, a veces, son las ideas más audaces y visionarias las que terminan dando forma al futuro.

Mientras disfrutamos de los beneficios de una Internet global y ubicua, no debemos olvidar a los pioneros que hicieron posible esta realidad. ARPANET y las redes alternativas fueron los cimientos sobre los que se construyó la era digital, y su historia merece ser recordada y celebrada como parte fundamental de nuestro patrimonio tecnológico.