Hace algún tiempo que el vecino de La Guardia, D. Vicente Homero, persona muy culta y de carrera, comunicó a esta Academia que en el cerro denominado de la Atalaya, próximo al referido pueblo, venian apareciendo útiles de piedra y fragmentos de cerámica, de época prehist6rica, remitiendo, al propio tiempo, algunos do los hallazgos por él realizados.
En vista de esto, la Academia encargó a los académicos Sres. San Román Fernández, Sánchez-Comendador, Homán y del Pan, que visitasen el lugar de los aludidos hallazgos, lo que verificaron el día 3 de abril del año actual.
Naturaleza geológica del cerro de la «Atalaya»-
Todos los cerros circunvecinos, al igual que en el que se asienta el pueblo, están formados por estratos de yeso compacto y de la variedad espejuelo, que alternan con arcillas y conglomerados.
Cuando los hiere el sol, brillan algunos cual si estuvieran tachonados de brillan tos, por el sin número de cristalitos de sulfato cálcico, mostrando agudo contraste con la austera sublimidad y ambiente sereno y plácido, de la llanura suavemente ondulada que se contempla desde el santuario del histórico Niño de La Guardia.
De la llanura sin fin, destácase solitario, como centinela avanzado, el cerro de la «Atalaya», especie de cono truncado, al parecer colocado allí por manos de titanes, pero en realidad modelado por la erosi6n de las aguas salvajes y de las grandes avenidas de época cuaternaria, que, en su circulación destructora, convirtieron a este mogote de yeso y arcilla, en un «cerro testigo», separado de los otros fronterizos, al correr de los tiempos geológicos,
Su forma especial y su situación, hacen fijar en él los ojos, sin querer, es bien posible qne hayan sido la causa del sugostivo nombro que lleva on la actualidad, sin descartar que otros motivos de estrategia, en las edades hisóricas, le hayan hecho calitiear así.
Los hallazgos prehistóricos.
Lo cncontrado por D. Vicente Romero en el cerro de la .Atalaya», es lo siguiente: Seis hachas-martillos neolíticas y dos hachitas de pequeñas dimensiones, de las consideradas como amuletos o bien votivas () de ofrenda,
El material pulimentado de que están hechas, responde a tres diferentes substaneías: diorita, diabasa y fibrolita.
Dos fragmentos de pedernal de dudosa talla, que es casi seguro sean dos eolitos naturales, Vados fragmentos de cerámica de tipo neolítico, así como también del bronce y hallstatianos.
Debieron pertenecer, por su morfologia, a vasijas de variado aspecto, urnas, vasos calieifol'lnes, vasos·cuoncos, etc., de barro tosco y negruzco 1m; unos y de barro rojizo o negruzco, pero fino y brillante, los demás; estando unas veces rodeados de incisiones en los bordes, y otras provistas de mamelolles distribuidos por el exterior.
Un molino de mano hecho de granito alterado.
Punzón y puñal, toscamente fabricados con un húmero y un hueso metacarpiano de rumiante. Por último, trozos de cuernos de ciervo en avanzado estado de fosilización, y una espeeie de grueso adobe elipsoidal.
Todos estos objetos han pasado, por donación, al Museo Arqueolúgieo provincial.
Impresión de la visita al cerro de la «Atalaya» . ....
Los objetos anteriormente reseñados, enumerados por el Sr. Homero, fueron recogidos en una excavaci6n irregular, hecha en la cima del cerro con el fin de extraer cantos rodados que sirviesen de grava para la carretera,
No permiten, pues, las condiciones del hallazgo determinar niveles cuya estratigrafía pudiera proporcionar datos cronológicos concretos.
La mayoría de dichos restos son hallazgos de superficie.
Así pudimos comprobarlo, cuando galantemente conducidos al cerro do la «Atalaya» por el Sr. Homero, ascendimos hasta la cima después de recoger en sus laderas varios fragmentos de cerámica, de los muchos que yacían dispersos.
Todo cuanto se iba encontrando, desparramabase sin orden ni concierto, como si hubiera rodado por la acción do Ias alguas salvajes o hubiese sido revuelto en aquellos sitios de la ladera destinados al cultivo.
Nuestra impresión de conjunto es que por ahora no se puede hablar de la existencia en la Atalaya de un verdadero Yacimiento Arqueologico que debió existir, indudablemente, pero a cuya destrucción han contribuído las intemperies y las inexpertas y codiciosas manos do los «buscadores de tesoros.
No hay que echar en saco roto la leyenda qno circula entre las personas viejas del pueblo, respecto a que del cerro de la Atalaya» salen de vez en cuando damas o princesas moras, quienes estarian encantadas con Sus tesoros, acicate de la codicia de los lugareños.
Quizás esto sea la causa principal del destrozo arqueológico de tan interesante cerro.
No obstaute, los hallazgos hechos por el Sr'. Homero en un hoyo o excavaci6n, de unos dos metros, que hicieron unos picapedreros, hacen pensar' en la existencia de «fondos de cabañas neolíticas», con su típico ajuar de percutores, molinos de mano, vasijas negt'as de forma de olla y cuencos, punzones de hueso y huesos calcinados, etc" mudos testigos de aquel primitivo sibaritismo de pueblos agricultores y ganaderos, cuya alimentación fuera a base de las semillas de sus pobres cultivos o de la carne de sus animales domésticos de apacentamiento,
Cabe aún también hacer la consideración de que este cerro de la «Atalaya. pudiera haber sido el punto avanzado defensivo de un poblado neolítico, situado en los cerros fronteros, pero es algo aventurado por las circunstancias especiales en que, hasta aquÍ, se encuentran rodeados los hallazgos.
Toledo, 6 de abril de 1930.https://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2013/12/files_toletum_1042_05.pdf&version;
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