Cuando comencé a escribir en este blog, hace ya unos cuantos meses, inicié mi periplo “bloguero” con un artículo sobre el fenómeno de los llamados “arquetipos religiosos”. Estos eran una serie de elementos comunes que presentan diversas religiones que, en realidad, no tienen ningún contacto entre sí y que se caracterizaban, en definitiva, por dar una respuesta similar a un problema casi idéntico. El primer ejemplo que os mostraba era el de el Diluvio Universal; hoy daremos un paso más en este sentido tratando un nuevo tema: el del árbol de la vida.
Cuando se habla del árbol como elemento en torno a lo que se articula todo lo creado a casi todo el mundo le suele venir a la mente el famoso Yggdrasil, el árbol cósmico en torno al que se vinculaba todo lo existente en el universo de la mitología nórdica y sobre el que se sustentaba toda la vida de la tierra, desde el más humilde animal hasta el padre de los dioses. Pero este, pese a ser el más conocido, no es el único ejemplo del árbol como elemento básico que sustenta la vida. En el Génesis, libro del cuál ya mostramos su gran relación con las tradiciones Próximo Orientales, se habla de un “árbol de la vida” que se encuentra junto al “árbol del fruto del bien y del mal”. Así mismo, varias culturas nativas sudamericanas han presentado, también, mitos en relación en torno a este arquetipo.
Nuevamente cabe plantearnos el porqué de este simbolismo compartido entre culturas tan separadas entre sí y cuyas construcciones míticas no han experimentado una relación directa que permita explicarlo. En el caso del árbol de la vida esta interpretación podría sustentarse en que éste es un claro ejemplo del proceso temporal de las estaciones, de ese ciclo de decadencia y regeneración, así es como se ha interpretado tradicionalmente, que sufre progresivamente el mundo. Un ejemplo más de ese Mito del Eterno Retorno, de esa concepción del mundo que nace, crece y muere para volver a nacer de nuevo. Pero este es sólo uno de los puntos de este complejo arquetipo religioso.
Por otra parte, en muchas culturas el árbol se presenta en relación con un elemento más que sorprendente. El hecho de que numerosas culturas también presenten un paraíso de tipo celeste, un mundo humano de tipo terrenal y un mundo infernal subterráneo también tiene una profunda relación con este fenómeno así como la del célebre “paraíso terrenal“, tal y como veremos en el siguiente artículo dedicado a esta temática.