Un largo título, pero es algo que viene dando vueltas en mi cabeza desde hace algún tiempo. Así que me gustaría que mi primer post de 2011 estimule de alguna manera la idea de que no es siempre imprescindible cargarnos todo un entorno natural para hacer buena arquitectura.
Y he encontrado un ejemplo perfecto para mostraros esta idea. En 2008 Knut Slinning logro adquirir unos terrenos que pensaba era perfecto para levantar un precioso hotel, su única petición es que no podía variarse ni un ápice el entorno natural. Así el estudio de Jensen&Scodvin aceptó el reto y puso manos a la obra para diseñar estos espacios de ensueño.
Lo que propusieron fue una serie de habitaciones individuales emplazadas de manera que cada una tuviese una vista especial del paisaje que la rodeaba. Dispusieron que esa fachada fuese una gran cristalera, de manera que desde dentro se puede contemplar un cuadro natural y desde fuera el reflejo del bosque hace que prácticamente se mimetice.
La selección de los materiales, las formas platónicas y la mínima intervención en el terreno hace de este proyecto un verdadero ejemplo de lo que puede ser la arquitectura respetuosa con el entorno.
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