Por Josep María Montaner y Zaida Muxí
Gustavo Gili. Barcelona, 2011
Este es un libro que invita a los arquitectos a actuar e integrarse en el espacio político. Sus autores proponen rescatar aquella visión ética que inspiró a los racionalistas demócratas ilustrados del siglo XIX, con el objetivo de construir un renovado pensamiento progresista de la arquitectura en el nuevo milenio. Y es que este dispositivo artístico y cultural que es la arquitectura ha estado siempre ligado a la política y, de una manera o de otra, a aquellos que detentan el poder
Esta reflexión común de los autores comienza ofreciendo una visión personal sobre los mecanismos que el neoliberalismo rampante impone en la presente transformación desigual de la ciudad y el territorio, en perjuicio de sus habitantes y usuarios. Señala, de alguna manera, los orígenes de los problemas urbanos que sufrimos cotidianamente y muestra algunas alternativas de acción que serían necesarias para la transformación positiva de las ciudades en beneficio de los grupos marginados y, en definitiva, de la mayoría de la población. Como señala el geógrafo Jordi Borja en el prólogo, es obligación de los arquitectos -en cuanto intelectuales- el ejercicio de tres tipos de responsabilidades: desarrollar una crítica permanente con estudios, publicaciones o proyectos a las dinámicas perversas urbanas; segundo utilizar sus conocimientos para entender y explicar los mecanismos y las contradicciones que generan dichas dinámicas y participar en las reacciones sociales de los que se oponen a éstas; y, en último lugar, contribuir a la elaboración de propuestas reformadoras y generar así culturas alternativas.
En expresión de los autores, es también obligación de los arquitectos en cuanto intelectuales, combatir la injusticia, los privilegios, las exclusiones y la degradación del mundo. A lo largo de todo el libro se hace un énfasis especial en una de las exclusiones más patentes, la que se refiere a la mujer, cuya contribución histórica al desarrollo de la humanidad ha sido permanentemente ninguneada y ocultada. El libro comienza con una conceptualización, diferenciación y delimitación de la continua transformación y movimiento entre las esferas de lo privado y lo público. Para ello recurren a las reflexiones filosóficas realizadas al efecto por Hannah Arendt. Según esta pensadora, la política surge de la polis griega y lo social surge en la necesidad de construcciones colectivas que van ligada al surgimiento de las sociedades modernas. En La condición humana, Arendt distinguiría tres actividades fundamentales, labor, trabajo y acción. La voluntad de participación política de las personas se inscribiría en ésta último concepto.