¿Arriba España?

Publicado el 14 junio 2014 por Jordi Martinez Aznar
Hace ya días que lo noto. O mejor dicho, que no lo noto. Aunque en las noticias no paran de hablar del magno evento que comenzará en pocas horas en Brasil con un partido entre el equipo anfitrión y los croatas, y aunque se supone que debería ponerme hasta cachondo y todo porque la selección de todas las personas de bien, o sea, la Roja, comienza en poco menos de 30 horas la defensa del título conseguido hace cuatro años en Suráfrica, pues como que no me excita el asunto. Y mira que lo he intentado. Me he tragado la crónica de varios enviados especiales, incluyendo la de Sara Carbonero (de la cual todavía estoy buscando la guapura, ya me perdonará la reportera, su pareja y todos a los que les parece guapa), pero es que no hay manera. Espero el estreno de España con la misma ilusión que un trabajador espera que suene el despertador un lunes por la mañana. Y no es que no me guste el fútbol. Todo lo contrario. Sin llegar al fanatismo de unos o al forofismo de otros (quizás por el tema de la edad, que hace que uno se vaya calmando), pero me gusta desde que hace casi un cuarto de siglo comencé a seguir al Barça de Cruyff, rebautizado por alguien como Dream Team.
Durante estos días me detengo a pensar en el porqué de tanta desidia por mi parte hacia la selección. Quizás es por el hecho de que, desde siempre, he sido más seguidor del fútbol de club que de selección, o quizás porque en este último lustro ya he gastado toda la alegría por las victorias de la selección, o vete tú a saber, pero, por mucho que lo intente, no consigo que este Mundial me la ponga dura (con perdón de la expresión y por decirlo de la manera más gráfica posible). Es posible que sea porque uno ve los libros de historia y lee que solamente dos selecciones a lo largo de más de 80 años de competición, que técnicamente vendrían a ser menos debido al parón obligado por la Segunda Guerra Mundial, solamente dos elecciones (la Italia de 1934-38  y el Brasil de Pelé de 1958-62) han conseguido. También es posible que sea porque los jugadores del Triplete son cada vez más mayores, por mucho que a Fernando Torrestodavía le sigan llamando El Niño.
Por otro lado, mientras escribo estas líneas vuelvo a hacerme la pregunta que me he hecho en alguna ocasión durante estas últimas semanas: ¿Realmente quiero que gane la selección española? Estoy seguro de que habrá alguno que verá mi nombre y pensará: “Este catalufo seguro que está esperando a que la selección pierda para lanzar los cohetes que tiene escondidos en su casa”, pero nada más alejado de la realidad. Me alegré como el que más por la victoria española en las dos Eurocopas (primera selección que lo consigue) y en el Mundial, pero veo el panorama y no puedo evitar pensar en todos aquellos que dan por hecho que Casillas levantará el trofeo al cielo brasileño dentro de un mes, tal y como hizo hace cuatro años en la capital surafricana, pero sencillamente, noto que no le estoy cogiendo este torneo con las mismas ganas con las que cogí los tres anteriores y que acabaron con victoria española. Quizás es por esperar ver qué cara se les queda a todos ellos en caso de derrota y cómo nos recordarán lo que ha hecho la selección desde 2008. Y es que, como reza el dicho, quien no se consuela es porque no quiere…