Arrogancia

Por Joseluisp

Una persona arrogante es aquella que tiene una autoimagen inflada. Un exceso de orgullo hacia sí mismo que le lleva a exigir más privilegios que aquellos a los que tiene derecho. Un despliegue de soberbia que le lleva a aspirar a un reconocimiento superior mientras que los demás le reconocen por lo que verdaderamente es.

Una organización arrogante es aquella que, a pesar de tener grandes capacidades para ello, considera que no necesita adaptarse al cambio. El patrón es fácil de reconocer en aquellas empresas que han experimentado triunfos recientes y que, víctimas de la euforia, se instalan en la creencia de que ese historial de triunfos se repetirá para siempre.

La arrogancia corporativa viene acompañada de una sobredosis de miopía, pues se mantiene la creencia de que la organización es lo suficientemente poderosa para soportar cualquiera de las embestidas que le depara el entorno. También viene acompañada de cierta reticencia al cambio. Después de todo, cuando uno cree haber encontrado la fórmula del éxito eterno, en lo último en que piensa es en hacer innovaciones y alteraciones sobre esa fórmula original.

Detrás de la arrogancia se encuentran personas y organizaciones con unas excelentes capacidades para cambiar y para ser mejores, pero también con una actitud negativa que les impide hacerlo. Ellos consideran que no merece la pena pues viven en la creencia de que sus éxitos se repetirán hasta el infinito. Cayeron en el lado oscuro el éxito, aquél que contiene los gérmenes de su destrucción. Qué lástima.