Y aquí va un clasicazo de la cocina de la Comunidad Valenciana. Este es un arroz sencillo, humilde, barato y sin embargo riquísimo. Una cosa no quita la otra. Por derecho podría llamarse Paella (de coliflor y sepia), por estar elaborada en ese recipiente, pero para evitar susceptibilidades lo dejaremos en "arroz seco".
Por otra parte, estoy muy feliz estrenando cámara de fotos. Nos hemos pasado al mundo réflex por fin. Tendréis que asumir que estoy aprendiendo, pero espero que, poco a poco, vayáis notando la mejoría. Lo estoy complementando con un curso on-line (no solo por tener una buena cámara va a cambiar la calidad de las fotos). Tampoco os extrañe demasiado que de repente cuelgue una receta con fotos desastrosas. Eso querrá decir que he tirado de archivo, ya que aún tengo muchas fotos de recetas que no he subido, y que en algunas ocasiones son demasiado delicadas de preparar como para estar en lo fotográfico y en los fogones a la vez.
Y aquí, los chicos de la peli de hoy: unas sepias pequeñas (o chocos, o sepionets, o sepietas, o...) y unos buenos trozos de coliflor.
Vamos a la preparación.
- 4 sepias pequeñas (o 2 medianas, o 1 grande... )- 700-800 gramos de coliflor- 1,5 litros de caldo de pescado- 4 tazas de arroz- Un chorro de salsa de tomate- 1 cucharadita de pimentón de la vera- 4-5 hebras de azafrán- AOVE- Sal- Colorante alimentario (opcional)
Preparamos nuestra "mise en place", o sea, cortamos la sepia a taquitos, la coliflor en "arbolitos" y los dejamos a punto.
Comenzamos sofriendo la coliflor. Cuando empiece a estar dorada, añadimos los tacos de sepia. Este es el tipo de preparación al que le viene bien sofreír un poco el arroz, así que, ¡a la paella las cuatro tazas!
Rehogamos un par de minutos, doramos un pelín el pimentón y cortamos cocción rápidamente con el tomate. Ya sabéis que el pimentón se quema enseguida, y para evitarlo hay que tener preparado el próximo elemento líquido a añadir, de forma que cortamos cocción y no se nos pasa. Damos unas vueltas y añadimos el caldo de pescado. Corregimos la sal, dejando el caldo un tanto fuertecillo, ya que el arroz se va a llevar parte de esa sal. Pero tampoco seamos cafres, ¿eh?
Añadimos las hebras de azafrán deshechas con los dedos, el colorante al gusto y llevamos a ebullición a fuego fuerte. Lo del colorante, ya sabéis. Es imposible volver el arroz amarillito con el uso exclusivo del azafrán: necesitaríamos una cantidad exajerada, por lo que nos gastaríamos un dineral bestial y encima el sabor a amoniaco nos jorobaría el arroz. El azafrán da el toque de sabor, pero para el de color hay que recurrir a otros ingenios. Si no queréis usar el colorante, el resultado será un arroz con un color mucho más pálido, pero igualmente rico.
Como siempre os digo, lo ideal es hacer los arroces en tres fases: ebullición fuerte, pasamos a medio y terminamos a fuego bajo. En este caso, cuando llegue a ebullición lo pasamos a fuego medio y lo mantenemos 10 minutos. Luego, los 10 restantes lo bajaremos, o jugaremos con el fuego para que el arroz quede en su punto con la cantidad de caldo que tenemos.
El resultado lo tenéis arriba: un arroz riquísimo, barato, con raíces, sencillo de resolver... ¿Qué más se puede pedir?