A lo largo de la vida, la piel va sufriendo un desgaste natural. Si bien esta genéticamente preparada para desarrollar una constante renovación celular, las células poseen un potencial limitado de reproducción. Ello explica la progresiva disminución de la resistencia de la piel y de su capacidad de reacción frente a estímulos externos como las radiaciones solares, el frío, el calor o la contaminación. El primer testigo de ello es la aparición de las arrugas, signo inequívoco del envejecimiento cutáneo.
El orden de aparición de las arrugas viene determinado por los movimientos musculares. Así que las primeras aparecen en las zonas que castigamos más con nuestros gestos: ojos, entrecejo, frente, contorno de labios… En cualquier caso, el proceso de formación de las arrugas se produce por una serie de modificaciones y alteraciones bioquímicas, funcionales y anatómicas que se manifiestan en las distintas capas de la piel. Al disminuir la actividad celular, la actividad de los tejidos se ralentiza y la epidermis se vuelve progresivamente más fina y frágil.
Arrugas alrededor de los ojos
La primera norma a al hora de prevenir arrugas es tener unos hábitos de vida sanos: alimentación equilibrada, una buena hidratación (bebe al menos un litro y medio de agua al día) practicar deporte y dormir un mínimo de ocho horas al día.
Por otro lado, hoy en día es posible, a través de la cosmética, estimular la producción celular y combatir los efectos de los radicales libres. No podemos evitar el paso de los años, pero si suavizar su efecto devastador sobre la piel.
Lo que debes hacer cosméticamente hablando es limpiar la piel sin agredirla, activar el metabolismo celular utilizando algún cosmético específico y protegerla de los agentes medioambientales.