Arte textil, una mirada contemporánea en el Museo de Arte Moderno de París
por Gracia Cutuli, (*)
“DECORUM, Tapices y alfombras de artistas”, una muestra que recorre la historia del arte universal.
Gentileza de revista Tramemos
-“Mientras todo el mundo acepta que los pintores, con sus cartones, hayan provisto al tapiz temas y composiciones, hay menos certidumbre de que exista la misma aceptación respecto a la contribución del tapiz a la concepción pictórica plano/espacial, y sin embargo los planos plenos de la pintura abstracta son literalmente el resultado de un “tejido” de líneas. ¿Y qué hay con respecto a la ampliamente subestimada influencia del Este en las artes del Oeste?”-,sostiene Fabrice Hergott, director del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Paris, donde se exhibe la muestra curada por Anne Dressen, y la define como un itinerario “hacia atrás”, partiendo de su conocimiento del arte contemporáneo para apreciar las creaciones que lo precedieron, junto con sus ramificaciones en culturas “extra-occidentales”. Hergott, rescata que esta visión la ha orientado a enfatizar aproximaciones interpretativas diferentes, comenzando por la constante interacción entre el arte textil y la pintura.-” Los objetos tratados como motivos en alfombras persas anticipan, de alguna forma, lo que pasa en el Arte Moderno. Mientras el arte textil en algunas oportunidades comparte con el Pop, el Minimalismo y el Conceptualismo una dimensión crítica y una concepción de una obra de arte como una instalación, su cruda materialidad táctil ahora aparece como un saludable antídoto de la aséptica sociedad virtual”.
Según evoca Dressen, la idea de esta muestra surgió en Tánger hace unos años, cuando el descubrimiento de las alfombras bereberes le produjeron un shockestético, según supuso cercano al que debía haber sentido Paul Klee en Túnez en 1914. Aunque ella confiesa que no sólo pensó en Klee en ese momento, sino además en Daniel Dewar y Gregory Gicquel.
Eseshock es comprensible. Si bien personalmente he admirado otras manifestaciones artísticas de las mujeres bereberes, este año tuve la oportunidad de sorprenderme con estas inusitadas alfombras. Las pude ver por primera vez unos días después de recorrer la exposición Decorum en París, en el estudio del artista Mimmo Totaro, en la ciudad de Como, en Italia. La extrema libertad de técnica, las tramas de algodón desparejas, el desenfado del diseño y la explosión de color deslumbran e inquietan.
Tal como lo señala Dressen, nos sorprendió encontrar obras de Francis Bacon y Giaccomo Balla utilizando el textil y nos lamentamos que grandes creadores como Pierre Daquin o Pierrette Bloch no reciban la merecida difusión.
Dressen recuerda que durante los años 1970, el artista Claude Rutault emplazaba una obra de la serie “Definiciones/métodos”, invitando al coleccionista a pintar su tela vendida virgen, con el mismo color del muro donde sería colgada. La relación de lo decorativo en el seno mismo del arte conceptual es mucho más compleja que lo generalmente admitido. La curadora considera que “La artesanía, el diseño y la decoración representan en efecto los negados, los rechazados de la historia del arte, ya sea por facilismo o debido a malentendidos persistentes que todavía habría que dilucidar”.
Dressen declara que los artistas pueden haberse sentido aún más atraídos por las preconceptos que devalúan las alfombras y los tapices, seducidos entre otras características por la flexibilidad de sus medios, su habilidad en resolver las contradicciones entre lo conceptual y lo material, lo pictórico y lo escultórico, lo hecho a mano y lo mecánico. No dudaron en transgredir los medios, confundir las categorías bien ancladas emancipándolas hacia la instalación, una suerte de “decoración”. Producciones ambiguas por excelencia, lo que las hace fascinantes es lo irresoluto de una forma oscilante entre lo tradicional y lo radical.
“Decorum”, el nombre de la exposición, fue elegido expresamente por lo pomposo y anacrónico, para generar reacciones desde el comienzo de una muestra concebida desde la visión del arte contemporáneo. El recorrido está organizado no cronológicamente sino de modo temático, donde obras firmadas por artistas modernos y contemporáneos se rodean de piezas anónimas, la mayoría de las veces antiguas o “extra-occidentales” (denominación eurocéntrica que utilizan los franceses para lo que tiene origen fuera de Europa; en inglés,“non-Western”). Lo que se busca es confundir la mirada. Al utilizar nociones claras de la historia del arte, tales como “lo pictórico”, “lo decorativo”, “lo escultural”, “el orientalismo” y “el primitivismo”, se incita cada vez a redefinir los preconceptos adquiridos.
De ese modo, el orientalismo y el primitivismo, si bien están ligados al arte del siglo XIX y principios del siglo XX, en este contexto están encarados de diferente forma y puede sorprende encontrar en “lo decorativo” nombres como Annie Albers y su obra de 1946, Giaccomo Balla (1925), Francis Bacon (1929), Louise Bourgeois (2008), Johannes Itten (1920), Gunta Stöltzl (1923), Víctor Vasarely (1970)… Quien maneja este espacio es Marc Camille Chaimowicz, con obras creadas desde 1984 a 2008, artista londinense invitado como curador artístico. Chaimowicz, que desarrolla su actividad desde 1970 entre el arte y las artes decorativas, concibió una escenografía inédita a ser recorrida por el público, en colaboración con la arquitecta Christine Ilex Beinemeier. Se les unió el profesor de estética Jean-Philippe Antoine, que preparó el fondo sonoro de la exposición.
En “Lo pictórico” se encuentran piezas muy difundidas, entre ellas las de Jean Lurçat (“La Terre”,1943), Marcel Gromaire (“Les bûcherons de Mormal”, 1941) Pablo Picasso (“Femmes à leur toilette”, carton de 1938 tejido en 1976), Dom Robert (Thermidor”, 1975), Alexander Calder (“Mobile” 1953), Sonia Delaunay (“Drakkar” 1972). Le Corbusier (“Marie Cuttoli”, 1936), un homenaje a quien impulsara el tapiz en su renovación en Francia.
La mayoría de las piezas más difundidas del siglo XX pertenecen a Museos de Francia y de Inglaterra, y las contemporáneas están presentadas por las galerías, en gran parte europeas. Tal es el caso de Jim Isermann, (“Sans titre”, 1990), pintura esmalte más hilos acrílicos montados en madera, con galería en Londres, o la artista Latifa Echakhch, con galería en Paris, que presenta en esta sección “Frames”, de 2009, instalación de tres contornos de alfombra mecánica en rojo, azul y verde. Echakhch obtuvo durante el transcurso de esta exposición el premio de la FIAC, la Feria de Arte de Paris que tuvo lugar a fines de octubre.
Lo que se busca es señalar ciertas especificidades del arte textil. Consideran importante confrontar obras de diferentes técnicas y diferentes épocas, desde trabajos de artistas realizados a mano hasta tejidos producidos mediante telares computarizados.
En algunas salas están rodeados de instalaciones, tal como se ve en la sección “Orientalismo”: en “El gran juego” (2013) de Michel Aubry, el muro exhibe una profusión alfombras afganas y kilims caucásicos llamados “de guerra”; se trata de las alfombras tradicionales orientales sobre las que se tejen motivos militares en un segundo tiempo, luego Aubry hizo destejer y retejer ciertos motivos generando una tercera lectura. Lo notable es encontrar en este mismo apartado la magnífica alfombra de Alighiero Boetti que se expuso en la última Bienal de Lausanne en 1995: “Alternando 1 a 100 y viceversa” de 1993, o la simulación de una alfombra con granos de café y harina, “Mekka/Mokka” de 1988, de Aldo Mondino. Y “Berlin B”, de 2012, de Pae White, autora desde 2006 de monumentales tapices de algodón (incluidos telones de teatro), quien trabaja en telar electrónico, con el cual a partir de imágenes digitales genera el tejido, donde, como en este caso, las volutas de humo hacen un juego ambiguo entre tapiz y fotografía"
Luego de atravesar las armónicas salas de lo Pictórico, lo Decorativo y el Orientalismo, se llega a las salas de “Primitivismo”. Entre las primeras piezas, unos espléndidos “Anónimos” tejidos precolombinos de Tiahuanaco, otro “Anónimo” de Chile de principios del siglo XX, un tercero del Alto Atlas de Marruecos y un cuarto copto del siglo Vº. Continúan obras de Brassai (1970), Daniel Graffin (1979), Joan Miró (1973). De inmediato los espacios se convierten en desconcertantes, efecto quizá buscado. Personalmente, caminar a través de una distribución caótica me dejó perpleja. Si quisieron dar la sensación de arte multitudinario y propagación de diferentes técnicas ubicando artistas de reconocimiento internacional muy vecinos de artistas jóvenes de talento, hubieran alcanzado mayor relevancia guardando más distancia entre ellas. Obras de la magnitud del “Hommage à Pierre Pauli (1070/71) de Yagoda Buic, quien expusiera esta serie de instalaciones en este mismo museo de los años ’80, se veía menoscabada, sin un espacio de suficiente “silencio” alrededor. Recuerdo haberme encontrado con Danielle Molinari en esa época, cuando dirigía con entusiasmo el departamento de Arte y Creación Textil de este Museo. Mayor posibilidad tiene Mariette Rousseau-Vermette (1969) ya que su obra es mural.
De inmediato continúa la sala con el nombre “Lo escultórico”, donde la sensación de desborde se acrecentó al encontrar el “Abakan rouge” de Magdalena Abakanowicz (1979/71), muy próximo a una interesante obra de Mike Kelley (“Daisy Blancket”,1990). De ese modo, el “Abakan” entabla un diálogo forzado con la manta en crochet de lana y los muñecos de tela, perteneciente a la serie de Kelley calificada como “post-feminista” imitación de género mediante el kitsch y la agresión. No sólo dialoga con Kelley, otras piezas próximas parecieran elevar la voz en demasía.
“Elément spatial” (1979) de Elsie Giauque no está contaminada visualmente, goza de un espacio necesario para resaltar las transparencias de los sutiles marcos con urdimbres apenas tejidas. Siguen obras de Pierrette Bloch (1974), Olga de Amaral (1980), Pierre Daquin (1967), Thomas Gleb (1970), Helen Frances Gregor (1976), Sheila Hicks (19998/2004), Wojciech Sadley (1964), Kay Sekimachi con “Nobori”, excelente escultura en monofilamento de nylon de 1971.
La muestra finaliza con dos instalaciones monumentales. La primera es de Franz West, “Auditorium” (1992), instalación variable donde innumerables sillones de la misma dimensión (90 x 220 x 80 cm. cada uno), sin espacios fácilmente visibles entre si, cubiertos con alfombras persas, turcas y caucásicas, ornados de almohadones, sobre los cuales el público está invitado a sentarse. La segunda instalación es de Michael Beutler, “Weaving Workshop” (2009/2013), de 250 x 300 x 600 cm., quien dispuso un enorme telar, más alfombras, cuerdas, hilos, tubos…
Dressen insiste en que abordar la historia del arte desde lo oblicuo, permite no solo pensarla de otro modo sino además comprender mejor lo contemporáneo. Y propone: “Militemos, más que nunca, a favor de una materialidad especulativa”.
Anne Dressen es curadora del Museo de Arte Moderno de la ciudad de Paris, donde ha trabajado en la exposición “DECORUM, Tapices y alfombras de artistas”, abierta desde el 11 de octubre de 2013 hasta el 9 de febrero de 2014.
(*) Artista plástica, Miembro de Número de la Academia Nacional de Bellas Artes