Ártemis era celosa de su virginidad, odiaba el matrimonio, aunque cuidara atentamente a las madres cuando daban a luz a sus hijos. Ella prefería cazar, pescar y nadar a la luz de la luna en los arroyos, ríos y lagos de montañas. Si algún mortal la veía alguna vez desnuda durante sus baños, como le ocurrió a Acteón, el hijo del rey Aristeo, ella los convertía en ciervo y los mandaba despedazar por su jauría de cincuenta sabuesos.
MITOS Y LEYENDAS CLÁSICOS