Son las 5 de la mañana de un día cualquiera. Sí, sí, cualquiera, no importa que sea fin de semana, festivo o lectivo. Las estaciones del año dibujan según su conveniencia y gusto la silueta de mi lugar, de mi mundo. El Barco y yo amanecemos juntos. Son muchos amaneceres, muchas mañanas compartidas, nos conocemos muy bien ya. Juntos observamos al sol asomarse… cuando le dejan. Otras veces el férreo clima de Gredos le impide estallar en luz y calor. En invierno, una capa blanca suele taparnos y embellecernos. Son la
s mañanas de mi pueblo, las mañanas de mi vida, ese momento del día en que me encuentro y me inspiro.
Y cada mañana comienzo orgulloso, seguro, firme, feliz… me dispongo un día más a la faena. Algo que me gusta, algo que desarrollo con la responsabilidad de un trabajo y un cariño de cuatro generaciones: no puedo defraudarles. Todo artesano, todo con mis propias manos. Fiel a la tradición, fiel a esas recetas que se pierden en el tiempo y en el boca a boca de padres y abuelos.
Para mí todo esto tiene mucho valor. Sé de la calidad del producto, conozco el cariño que le pongo, y por eso quiero darlo a conocer, cada vez a más gente. Quiero que probéis mis huesillos, mis perrunillas, mi repostería artesana y tradicional, porque sólo así entenderéis el valor que le doy a mi profesión.
Quiero que en esta primera entrada del blog me conozcáis, quiero acercarme a vosotros y que vosotros os acerquéis a nosotros. Me encantaría compartir mis productos, mis recetas, mis vivencias en todas esas ferias, eventos y fiestas en las que HORNO EL CRISTO está presente, aportando su granito de arena en endulzar la vida de la gente, en sentido real y figurado.
Bienvenidos a mi blog, a mi web, a mi mundo. Es mío, nuestro, vuestro, de todos. Ayudadme a compartir este trozo de tradición, este trozo de paisaje y esta forma de mirar a la vida y a los que nos rodean.
Los ingredientes me esperan, se convertirán en breve en pedazos de Gredos, de Tormes, de El Barco… pedazos de amor por las cosas bien hechas. Disfrutadlas paladeándolas tanto como nosotros disfrutamos creándolas. Pero disfrutadlas despacio, acompañadlas de un buen café, un poquito de licor, una buena compañía y un montón de alegría.
Quizá, como a todo el mundo, el final del día nos llegue con algo de cansancio acumulado, pero con esa sonrisa de oreja a oreja que nos asoma cuando haces algo grande, y nosotros tenemos la fortuna de hacer algo grande cada día. Nos relajaremos, compartiremos con los nuestros esas vivencias que enriquecen cada jornada, y despediremos un día más al sol que se va escondiendo por el horizonte de El Barco de Ávila, ese sol que aún sigue reflejándose en las aguas del Tormes y parece resistirse a marchar. No hay problema, sé que mañana estará aquí otra vez, compartiendo la siguiente madrugada, escuchando juntos y en silencio el sonido de mi tierra.. . Veremos poco a poco cómo las luces de las ventanas aparecen escalonadamente, sin hacer ruido. Los vecinos van despertando, será hora de comenzar un nuevo día, un nuevo regalo…
No faltéis a esta cita, compartiremos muchas cosas, y lo haremos con el cariño de siempre!